viernes, 6 de enero de 2023

Menéndez y el rumbo inesperado de la vida

 ¡Papá, papá, el profe de gimnasia!

 

Acabo de leer la anécdota de Trepat y me ha venido a la mente el papel de la contingencia en nuestras vidas. Os dejo aquí el relato de algo que influyó mucho en el rumbo de mi vida.

En 1979 recalé en Valencia para hacer la Mili en el cuartel de artillería de Paterna. Mientras jugaba a los soldados pude cursar en el Hospital Clínico el segundo año de fisioterapia y diez meses después estaba trabajando para una asociación de parálisis cerebral infantil y en el colegio público Jaume I, todavía nombrado "conquistador" en aquellos tiempos.


Recuerdo que las dos horas vespertinas como fisioterapeuta me resultaban mucho más fatigosas, en cuerpo y mente, que las cinco en que bregaba con los niños. Era un colegio de primaria y la APA del colegio financiaba mi trabajo y era el único profesor de los seis cursos. Fue algo duro, pero tenía libertad plena para desarrollar el programa que quisiese y, además, había conseguido lo que el ministerio nos había hurtado años antes: la docencia en primaria.

A los dos meses había cambiado mi orientación laboral futura de la fisio a la Educación Física.

En aquella época compartía la pasión profesional con el activismo político libertario, era miembro de un grupo ecologista, el GEL, y dábamos mucho la tabarra en la lucha contra la construcción de la Central Nuclear de Cofrentes. Quince días antes de finalizar el curso escolar habíamos organizado una manifestación que se preveía exitosa y que superó todas las expectativas... las nuestras y las de la policía.


Dos compañeros del GEL y yo íbamos a la cola de la marea charlando tranquilamente sobre las posibilidades de nuestro movimiento ante la respuesta de la sociedad valenciana y en diez minutos nos bajaron a tierra, literalmente la cara en el asfalto.

Mi compadre y el otro compañero eran los dos activistas más significados del GEL, la lechera paró a nuestro lado, se bajaros tres armarios y otros cuatro de paisano, que hasta el momento eran unos pacíficos manifestantes, vinieron a por ellos, y de rebufo, a por mí.

Cinco minutos después estábamos los tres en equis con las manos en la pared y, entre el murmullo, la voz de un niño que gritaba, ¡papá, papá, el profe de gimnasia!

Dos días después salí de la celda, pendiente de juicio y acusado de desórdenes públicos con destrucción de bienes. Acudí al colegio a trabajar; el jefe de estudios me llamó al despacho y me dijo que para el curso siguiente ya no contarían conmigo, algo que barruntaba desde que oí al niño, sabiendo que en el colegio y en la APA los militares eran mayoría.

Dos mes después estaba en Arlit, el primer pueblo del Níger al que llegué después de una ardorosa travesía del Sáhara argelino...me habían decidido a tomar la senda del plan B.

Saludos y abrazos para todos.

 


 

Un abrazo.

 

 

 

Luis, recordé que en el viaje mi compañero había hecho alguna foto. Acabo de buscar y sólo encontré estas dos. La Cirila, así llamábamos a nuestra autocaravana, iba totalmente equipada: refrigerador de agua (botijo), dos planchas de acero para la arena (casi acaban con mi salud), colchoneta doble, recambios varios, bidones y ruedas de tacos...je, je.



Las fotos se hicieron en una playa entre la frontera marroquí y Argel. De Arlit no tengo nada. Recuerdo que mi colega saco fotos de cuando se nos rompió la furgoneta cerca de In Guezzam, la frontera entre Argel y Níger, porque nos obligaban a demostrar que no la habíamos vendido para poder salir. La tuvimos que quemar con gasolina. Aun así, los militares de la frontera nos estuvieron vacilando una noche entera negándose a dejarnos pasar a Argel: según Wolf, el alemán que nos había recogido con su Land Rover, estaban aburridos.

 




¿Alguien puede localizar a Altube y ponerle en contacto con el grupo?

 

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