domingo, 24 de julio de 2022

Quienes éramos antes de entrar en el INEF

 Rastros remotos de la vocación por el juego

Dicen que la patria del escritor es su infancia. Pues la patria del profesor de educación física es el juego. Los rastros más remotos de quienes luego dedicaron su vida al deporte tienen que ver con el juego. El juego que, en su sentido más amplio, es un desafío y un aprendizaje que, en la infancia, aparece adherido a la vida, los sentimientos y el amor de manera inseparable. Luego apareció el deporte, la influencia de la familia, profesores o entrenadores, que nos hicieron sentir bien. Y si nos sentíamos bien, reconocidos y queridos cuando hacíamos deporte ¿por qué no podíamos vivir siempre jugando y haciendo deporte?

1930 El abuelo marcando un camino a seguir
Estas son pequeñas historias de quienes luego nos reunimos en el INEF de Madrid en 1973, historias de cómo nos enamoramos de esta profesión y que nos llevaron a compartir unos años apasionantes de nuestra vida.


José Luis Salvador. Carta de amor a mi primera novia





Fernando López-Ipiña y Luis Antolín. El vértigo de jugar libre.





Eduardo Gras, la aventura. Pasión por todo lo que se mueve, flota o vuela.


Un anónimo en los apuntes de Expresión Dinámica



Luis Antolín. Un salto que lo cambió todo





José García Murcia





Antonio Sogorb. Este chaval, que nunca antes durmió en cama ajena





Miguel Feria. Poemario 2021



ENLACE AL BORRADOR DEL ARTICULO COMPLETO

https://drive.google.com/file/d/1QIq0YRV6QFrqggaPQEq2Wu_ge8ZRNxhq/view?usp=sharing

 

 

miércoles, 13 de julio de 2022

Un flash en la memoria de Fernando París

 El policía, el comunista y el cura

Me llamó la atención entonces y lo he recordado —y contado a otros amigos— en más de una ocasión.

Como si de una película o un chiste se tratara, en nuestra promoción también había un trío insuperable de compañeros; un cura jesuita enamorado del baloncesto, un policía “secreta” —creo que se llamaban así— y un “comunista” militante, activista y soñador.

Yo los veía como señores mayores en una clase de jóvenes.

Una jornada de As Conversas

Para los que entramos en el INEF con diecisiete años, una persona de más de veintidós o veintitrés años era un señor mayor. Y a los mayores se les debía respeto y consideración por edad, dignidad y gobierno, así nos habían educado —y a mí me sigue pareciendo bien, imagino que porque ya soy muy mayor—. Siendo, además de mayores, cura, policía y “comunista” respectivamente, producían mucho respeto y a mí me hacía mantenerme a una cierta distancia. Los recuerdo perfectamente hablando entre ellos, tengo su imagen grabada en mi cabeza conversando en la zona de espera de una de las plantas del INEF al lado de las escaleras, mientras hacíamos tiempo para alguna clase. E incluso dirigiéndose los tres juntos a los profesores en representación de todos los alumnos, en alguna de las situaciones complicadas de los dos últimos cursos, como si de nuestros padres se tratara.


Tener un policía en las aulas de las facultades universitarias debía de ser normal en la época, no olvidemos que ingresamos en 1973, Franco no había muerto, se esperaban cambios políticos cuando eso ocurriese … ¿Pero en el INEF? ¿en una institución “casi universitaria pero no” que dependía de la Delegación Nacional de Deportes, que a su vez formaba parte de la Secretaría General del Movimiento, el partido único de la dictadura…? ¿O quizá fue por eso…? Si Juan Manuel López Blanco vino obligado o voluntario -u obligado, pero eligiendo destino- yo lo desconozco, y no sé si alguno de nosotros -que lo conocieron más y han escrito sobre él- lo sabe, igual da. Lo que sí estoy seguro es que disfrutó tanto durante la formación como cualquiera de nosotros, y si solo estaba representando un papel, debería de haber ganado un premio de interpretación. Estoy seguro también de que la formación recibida en el INEF —y no solo la deportiva o docente— le sirvió en su desarrollo profesional posterior en el seno de una policía en un estado democrático. Como nos marcó a todos en nuestra vida profesional y, estoy seguro, también en la personal.

Años 70-80. Obsérvese cómo le mira la Guardia Civil

Tener un “comunista” debía de ser, en esos años, también habitual en la mayoría de las aulas de los centros universitarios serios —las facultades, las escuelas politécnicas— y el INEF ya lo era de hecho, aunque no de derecho. Había más de uno en nuestro curso y en otros… Pero José Luis Salvador, “Salva” —con la voz recia y robusta, con su envergadura, con esa cabeza rotunda y perfilada, con una dialéctica imbatible, con una formación y curiosidad intelectual inmensa— era el referente. Salva daba la sensación de que veía todo con más profundidad que tú, que tú te quedabas en la superficie, pero él escarbaba más y era capaz de encontrar otras perspectivas, a mí, lo reconozco, me imponía mucho, me daba respeto y pudor cuando estaba con él. No solo durante el INEF, donde la relación era de “adulto” hacia “joven melifluo”, que diría Topete, sino posteriormente, cuando tuvimos oportunidad de coincidir en actividades profesionales o tuve la ocasión de visitarlo más de una vez en su despacho de la facultad en Oleiros. Siempre me producía un gran respeto, y siempre lo veía muy pesimista, a pesar de que la única foto que se encuentra en internet está con una plena sonrisa. En los últimos años después de su muerte he tenido tiempo para leer algunos de sus escritos -y de otros compañeros de nuestra promoción y de otras promociones- articulados sobre la “Conversas”, reuniones de reflexión sobre diversos aspectos vinculados al deporte, el juego, la historia, la política y la cultura. Publicaciones que recomiendo vivamente. Después de Cagigal, no muchas personas han escrito desde dentro del sector con la profundidad de Salva y de los compañeros que le rodearon en ese foro de reflexión, en el que lamento no haber participado.

Una broma. Añorbe ante el espejo

Tener un cura en el INEF también era una cosa rara, aunque siendo Antonio Añorbe de la orden jesuita, no debe de extrañarnos. La relación con Antonio fue, para casi todos, más liviana; por vivir fuera de la residencia, por su edad y por su propia condición de sacerdote: todos nos estábamos formando para algo, pero él era ya un cura, tenía una “profesión”, ocupación, compromiso y vocación … y unas reglas y obligaciones que cumplir, distintas a las nuestras. Había más distancia. En mi caso, sin embargo, el hecho de que fuéramos los dos de Zaragoza incrementó la relación, que se mantuvo después de finalizar los estudios, aunque no por mucho tiempo. Pero sí el suficiente para pedirle a Antonio que oficiara mi boda; dos años después de salir del INEF, en 1979, Antonio me casó en la iglesia de los Jesuitas de Zaragoza un domingo de mayo por la tarde, con quien sigue siendo mi compañera cuarenta y tres años después. Luego, perdimos el contacto. Antonio siguió de profesor y jefe de estudios en uno de los centros educativos más importantes de la ciudad, y fue el inspirador de muchos alumnos y alumnas que luego estudiaron educación física y son hoy profesionales consolidados.

Más o menos sobre el año 2.000 coincidí con Antonio en el patio de un colegio un sábado por la mañana; yo iba a ver un partido de minibasquet que jugaba mi hija, y él, sorpresa, iba a ver otro partido en la cancha contigua en el que jugaba su hija… entonces ambas con diez u once años. Antonio había dejado el sacerdocio, se había casado, era padre (ahora creo que es abuelo) pero seguía siendo profesor en el mismo colegio donde ha desarrollado su actividad profesional, imagino que hasta su jubilación. (aunque él se salió del sacerdocio, mi matrimonio sigue siendo válido).

Un trío memorable, de los que dos ya nos han abandonado.

 Fernando París Roche

San José (Almería) julio 2022

 


viernes, 8 de julio de 2022

La Alternativa a la Educación Física y el Deporte

 

UNA MODESTA APORTACIÓN A LA MEMORIA DE LA SÉPTIMA: La “Alternativa a la Educación Física y el Deporte” de los comunistas del Instituto.

 No sé en qué medida este asunto tuvo alguna incidencia en la forma de entender el mundo de las gentes de la séptima. Para los redactores del documento fue un momento importante, nos obligó a reflexionar e intentar poner negro sobre blanco muchas de las cosas que compartíamos todos los días a todas las horas con el resto de los compañeros de promoción. Mi principal recuerdo del curso es que éramos un grupo especialmente activo, especialmente inquieto y especialmente comprometido que nos lo cuestionábamos todo, como demuestra el plantón que le dimos al Instituto al empezar segundo por impedir la matriculación de Arribas y las energías que empleamos en conseguir que los alumnos estuviéramos representados en el claustro. Y como no, el empujón que le dimos a la primera asamblea de alumnos celebrada en el Instituto, la asamblea en la que conocimos a Horacio Sainz, el compañero que acababa de salir de la cárcel en la que el régimen agónico de Franco le metió por permitirse defender la democracia. Es obvio que en el momento en el que escribo estas letras, quien maneja el teclado no soy yo, es el Salva, que me recuerda cómo en aquella asamblea se aprobó de manera prácticamente unánime la exigencia, entre otras, de Amnistía para los presos políticos.

 Bueno, pues en ese contexto académico y en un contexto social extremadamente vivo nació la Alternativa, que era hermana de las otras Alternativas que iban naciendo impulsadas por los colegios profesionales, los profesores no numerarios (PNN, ¿recordáis?) y tantos otros sectores que consiguieron con su lucha y su compromiso el fin de la dictadura.

Enlace al documento
 No quiero hacer ninguna valoración ni dar mi opinión sobre ese proceso, entiendo que algunos de los compañeros que lean esta reflexión, si acaso la lee alguien, estarán en posiciones ideológicas muy alejadas de los principios que nos animaron a publicar la Alternativa. Tampoco voy a decir dónde me encuentro ideológicamente en este momento. Únicamente, si acaso, dejar constancia de que cuanto más viejo, me estoy haciendo más rebelde.

 ¡Ea, pues! ahí os dejo con este (al menos para mí) precioso documento.

 Mis más afectuosos abrazos para todos.

 
Guillermo Contreras.


(He trasladado este documento de PDF a Word. Supongo que he conseguido controlar los desajustes que la traslación provoca)