sábado, 17 de diciembre de 2022

Paco Sánchez. Entre plantas.

 Ese gran edificio.

La convivencia en nuestro querido INEF se organizaba como si de un gran edificio se tratara. Los diferentes pisos se corresponden con el elemento aglutinador por excelencia: las promociones. Un edificio de convivencia de siete plantas en el que, si nos colocamos en el cuarto piso, tenemos una perspectiva muy completa de todas las promociones con la que hemos convivido a lo largo de nuestra estancia en el Centro.


Pero las plantas no eran el único elemento de conexión entre los que residíamos en el edificio. Existían otros lazos, que permitían la comunicación entre plantas. El deporte que practicábamos, las afinidades culturales, la planta de la residencia que nos tocó en suerte u otras actividades que fueron surgiendo con el tiempo. Escenarios que permitieron tejer una fructífera red de relaciones entre todos los que coincidíamos en el tiempo durante aquellos maravillosos cuatro años.

jueves, 15 de diciembre de 2022

Javier Jiménez. La culpa… la tuvo Luis

 Todo Javier Jiménez

Antes

Tenía dieciocho años y andaba perdido, entre Teleco y el autostop para “conocer mundo”, de Algeciras a Estambul, como decía Serrat en su “Mediterráneo”.

Era verano en Cantabria y dentro del grupo de amigos estaba Luis Solar, de Noja, de las primeras promociones de INEF (fue después director del INEF del País Vasco) pertenecía al grupo de amigos de Elisa, mi amiga, mi novia, mi compañera desde los quince años. Me quedé boquiabierto cuando Luis me explicó lo que estudiaba en Madrid, algo parecido a Medicina Deportiva quise entender: movimiento, juego, deporte, entrenamiento, expresión corporal, Anatomía, Fisiología, Biomecánica. Aquello era diferente a la Física, Química, Matemáticas y Electrónica con las que no podía después de dos años intentándolo, sin resultados positivos, y me lo planteé… empecé a entrenar.

Podría haber sido de la sexta… o no. Estuve doce horas en Vargas (septiembre de 1972), haciendo autostop, esperando a que algún alma caritativa me llevara a Madrid para hacer el examen de ingreso, pero no apareció. No había dinero para un tren o autobús y perdí un curso académico, o lo gané, nunca lo sabré, aquel día la pelota no cayó en el lado bueno, que diría Fernando París.

Esa anécdota me permitió entrenar las pruebas de acceso durante un año, iba al propio INEF y trabajaba seriamente con Landa y Cabrera, dos buenos entrenadores de la época y en verano Santoña, Faro del Caballo, carrera por el monte y los 700 escalones de bajada y… de subida, los hacía corriendo y cronometraba el tiempo. Después abdominales, coordinación, natación, salto, balón medicinal.

lunes, 28 de noviembre de 2022

Gras y Peire. Un viaje iniciático. 1974

 


El viaje iniciático a París. INEF 1974

Era principios de septiembre de 1974 y el nuevo curso, segundo, no empezaba hasta mediados, cuando recibí una llamada de Tomás Peire desde Lérida. Estaba trabajando en una explotación forestal de RENFE, cortando pinos para traviesas y tablas para vagones. Ahorraba para viajar a París, con su Vespa. Mi imaginación y ganas de ver mundo, me llevaron a los bosques pirenaicos y al jorobado de Notre Dame, con un hacha cortando troncos y en moto voladora.

Dije en casa ¡me voy con la Ducati a ver a la Gioconda y vuelvo en un mes! Lo normal con dieciocho años es apuntarte a un bombardeo y con Tomás tienes las bombas aseguradas. Es un tío avispado, ocurrente y simpático, con su barba y antebrazos de Popeye. Lo encontré tras ocho horas de viaje desde Madrid a la Seo de Urgell, con su camisa a cuadros remangada. Estaba alojado en una pensión con otros compañeros de la explotación forestal y yo me incorporé, después de pasar a firmar por la oficina.

Salíamos al alba con el almuerzo que nos preparaban en la pensión y una botella de vino por persona y, en unos Land Rover largos con asientos laterales, nos subían a los bosques de pinos donde se entresacaban y preparaban los troncos. Nuestro trabajo consistía en enganchar los pinos preparados con unos cables de acero, los choques, al cabrestante de una máquina tipo oruga que los reunía en manojos y los arrastraba hasta los claros del bosque. También trabajaban tiros de mulas y caballos para sacar los troncos de los lugares más intrincados o con fuertes desniveles. Era impresionante verlos arrastrar los troncos más difíciles para que los camiones, con sus grúas provistas de una mano mecánica, los cargaran y los bajaran por las pistas hasta la serrería. Estábamos a dos mil metros de altitud y hacía frío. A la hora del almuerzo encendíamos un fuego y charlábamos mientras nos comíamos los bocadillos y bebíamos vino.

Un día durante la jornada de trabajo, un accidente estuvo a punto de costarme las piernas. Después de haber enganchado los troncos al cabrestante de la máquina de arrastre, uno de ellos se atrancó entre dos pinos y se empezó a doblar igual que un arco. El maquinista soltó la tensión del cable de golpe y el pino salió disparado por el suelo barriéndome las piernas por encima de las rodillas. Tuve suerte, ese golpe un poco más arriba, y ahora no estaría tan contento de explicarlo.

domingo, 20 de noviembre de 2022

Fernando París. Músico, misionero o bombero.

 El autobús Valencia - París

En una escena de la película de Woody Allen “Match Point” una pelota de tenis toca en la red, sube vertical un metro y a cámara lenta desciende dejando al espectador unos segundos en vilo sobre el campo en el que, al final, aterrizará. De caer a un lado, la vida de los jugadores será de una manera, de caer al otro, será distinta … como la vida misma.  Otra película, “Dos vidas en un instante” (Sliding doors), muestra qué puede ocurrir cuando la protagonista – Gwyneth Paltrow- entra en el Metro en el que se desplaza a trabajar y sigue la vida normal y rutinaria o, un segundo antes, se cierran las puertas, pierde el tren y ocurre algo fortuito que cambia su vida radicalmente.

Este ejemplo sirve para ilustrar cómo fue, en mi caso, pero probablemente en el de otros muchos compañeros, la decisión, la oportunidad o la carambola de entrar en el INEF en 1973 …

La elección de estudiar en el INEF en esa fecha tenía un componente vocacional inmenso, indiscutible, difícilmente repetible hoy en día en la mayoría de las personas que se incorporan a estudios similares … Los que podían “estudiar” -que eran muy pocos en España todavía- se orientaban, primero, a carreras aceptadas socialmente e integradas en la Universidad -ser universitario era entonces un estatus social, no lo olvidemos-; en segundo lugar, a permanecer en sus lugares de residencia o en las ciudades más cercanas; y una minoría pudiente, a desplazarse a centros privados de elite o en el extranjero. Estudiar en el INEF en 1973, pudiendo estudiar otras cosas más serias en tu ciudad o en la capital de provincia o región, era una provocación… y estoy seguro que, para muchas de nuestras familias, una decepción.

¿Qué factores, elementos, circunstancias o situaciones se dieron para que tomásemos esa decisión …? Yo voy a intentar resumir las mías…

martes, 15 de noviembre de 2022

El tándem de Juan Granda

 

Cosas que aprendimos

He preguntado a algunos compañeros si recuerdan algún aprendizaje práctico que con el tiempo se haya convertido en metáfora de una actitud o un conocimiento que hayan aplicado a su vida o se haya convertido en un mantra de sus clases, como un saber valioso. Y sí, me han hablado de momentos sobre los que han reflexionado toda la vida y forman parte de sus más acendradas convicciones.

De uno de esos conocimientos yo no era consciente hasta que no he visto la foto de Juan Granda. Me refiero al “tándem”. Es la coordinación de una serie de acciones que hacen que el movimiento rápido, el desplazamiento o el salto alcancen su máxima eficacia.

La foto es preciosa. Nuestro longilíneo compañero es un modelo magnífico, relajada la mandíbula, la mano, el chándal con las rayas perfectamente colocadas. La columna recta, la cabeza como prolongación de la columna, la mirada diecisiete metros adelante, la extensión de todas las articulaciones de la pierna que impulsa y el acompañamiento coordinado de los brazos, que impulsan en la misma dirección que indica la rodilla de la pierna libre. Más o menos.

viernes, 11 de noviembre de 2022

Convocatoria 50 aniversario

 Convocatoria 50 aniversario


Queridos amigos, he recibido este correo de Javier Jiménez, nuestro enlace en el INEF. Yo tengo la intención de ir ese día, pero no estaría de más que si alguno de los compañeros que estáis en Madrid o cerca os podéis acercar, lo hicierais para así poder compartir el proceso de organización de nuestro 50 aniversario. Os recuerdo que este acto es un acto institucional y hay que tomar decisiones sobre intervenciones, conferenciantes… Algunos asuntos que no deben recaer en la decisión de una o dos personas. Ánimo y ayuda. Ya os informaremos del resultado de esta reunión.

Buenas tardes Luis:

Retomo el tema del 50 aniversario, la verdad es que sigo muy ocupado, aunque no pierdo la oportunidad de leer los preciosos relatos de los compañeros. Gracias por seguir con tanta ilusión.

Hoy he recibido este correo en el que invitan a los profesores y personal administrativo al 50 aniversario de la sexta promoción (estamos en capilla) y me he acordado de ti, es el miércoles 16 de noviembre a las 12.00 h. Mi intención es ir y ver cómo se desarrolla para captar ideas que puedan servir para el nuestro. Si pudieras venir sería genial, te presentaría al Secretario y al Decano y veríamos cómo se desarrolla el Acto Académico, podríamos quedar antes y hablar de algunas cosas de la organización. Un fuerte abrazo,

Javier Jiménez


lunes, 7 de noviembre de 2022

Pepe G. Murcia. Qué suerte

 De la tierra colorá, a la pista del INEF


Eran otros tiempos. En Lorca las Casas Baratas (viviendas de protección oficial) acababan de entregarse. Al final del barrio, en la parte alta, un nuevo colegio se abría. Asistíamos a los primeros años de escolarización. Había casas y matrimonios recién llegados. Niños y niñas que cruzaban sus calles. Subían, bajaban, corrían, saltaban, gritaban, jugaban a las bolas, al chinche bonete, al correcalles, a los clavos, al pillar o al escondite. Llovía y se hacían charcos. Para jugar a indios y americanos iban a la rambla. Allí se lanzaban flechas, lanzas, había ondas y pedradas. También se oían disparos emitidos por los zagales con la propia voz ¡Ping, pang, muerto!

Cerca de la rambla se construyó también la iglesia. Era otro foco de convivencia y relaciones. Algunos ayudaban a misa. Eran monaguillos. Había clases mañana y tarde, pero terminaban temprano. Todavía quedaba luz solar y ese rato se aprovechaba para jugar. A veces se alejaban de las calles habituales y cruzaban la rambla de Las Chatas. Una pequeña explanada lisa, de tierra suave y color rojizo los esperaba. Sin marcaje alguno y con mojones de piedra señalando las porterías, jugaban sin parar hasta el anochecer. Cuando eso pasaba la regañina y hasta el castigo eran habituales. Pero no escarmentaban. El deseo de jugar era más fuerte.

De esos partidos surgieron grandes porteros, habilidosos jugadores, buenos regateadores y rápidos extremos. Incluso se formó algún equipo que participó en competiciones de barrio. Además de partidos, antes de empezarlos o después de terminar se hacían concursos de toques. Con la derecha, con la izquierda, con rodilla, etc.

domingo, 6 de noviembre de 2022

Alfredo Díaz. Disfrutar de la gastronomía y de los buenos vinos

Yo no destacaba en ningún deporte, pero me divertía en todos.

Con González del Hoyo 2022

Antes del 73, vivía en un pueblo de quinientos habitantes y tan sólo coincidía con siete chavales de mi edad. Nuestro divertimento era bañarnos en el rio, dar patadas a un balón, jugar a los bolos cántabros, trepar a los árboles para robar fruta y los juegos de excesiva brutalidad propios de aquellos años.

Íbamos al instituto de la ciudad más próxima en bicicleta. Era mal estudiante, yo diría que muy malo. Sólo aprobaba la “gimnasia” y los “recreos”. Pero había dos asignaturas que odiaba especialmente, FEN y Religión, estaba claro que el aprendiz de hombre y la moral católica no cuadraba con mi niñez. Al día de hoy, aún pienso que yo no titulé, mis profesores me regalaron el bachillerato, las revalidas y el COU.

Me presenté a las pruebas de ingreso del 72, me tumbaron, pero adquirí estrategias para mejorar en la siguiente convocatoria. Al igual, supongo, que, a todos, cuando llegó la carta de admisión me llevé una enorme alegría. Ya estaba preparando las pruebas para el 74, 75,…

sábado, 5 de noviembre de 2022

Antonio Sogorb. El coraje de ser educador

 Educador sobre todo


Sogorb y Gras hace unos días

En Madrid acabé trabajando en las R.R.P.P. Promoción y Publicidad de la cadena de discotecas más importante de Madrid (Seis Peniques, Enmanuelle, Limón y Menta…) pero la necesidad de cumplir mi servicio militar, al que ya no le quedaban más prorrogas, junto al haber iniciado una relación con Conchi, que hoy es mi santa esposa, me obligaron a dejar un trabajo muy bien remunerado y con muchas posibilidades en todos los sentidos (Si, en esos que estáis pensando, también).

El ejército y yo nunca nos hemos llevado bien, y a los dos días de llegar al campamento volví a alegar pies planos y me mandaron al hospital militar de Mislata, donde tras dieciséis días de disimulo y empollarme bien los síntomas para pasar las entrevistas del tribunal médico me dieron la cartilla blanca y regresé a Alicante (Nunca soñé con una mili más corta…Jejejejeje). Evidentemente eso modificaba mis proyectos de regresar a Madrid al año siguiente, algo tenía que hacer durante los meses que no vestiría uniforme; eso y la carita que ponía mi novia para que me olvidase de Madrid, me decidieron a sentar cabeza y quedarme en mi terruño. Había que buscar un medio de vida para pensar en casarme y formar una familia, y lo inicié en colegios con contratos del AMPA, sustituciones varias y retornando a mi club de Atletismo Benacantil; poco trabajo, pocas horas (Y en consecuencia poco dinero…) no presentaban un futuro muy halagüeño…

Un día llama un amigo y me dice que se había enterado que el Consejo Superior de Protección de Menores iba a abrir un “Colegio” en Alicante y buscaban personal, y allí me presenté buscando una plaza de Educación Física. Me hicieron la entrevista personal el director y el gerente, y a los cuatro días estaba allí con mi chándal Adidas azul con el logo del INEF…  Mi sorpresa fue cuando una vez allí me dicen que no era profesor de Educación Física, sino simplemente Educador; que aquello no era un “Colegio” sino un Centro de Reeducación de Alta Seguridad para Jóvenes Delincuentes y que el grupo al que me habían destinado estaba compuesto por siete muchachos, que sumaban entre todos once muertos en atracos varios… Tenía dos opciones, rajarme y marcharme, o seguir y descubrir un mundo totalmente nuevo. Yo seguí durante dieciséis años más cuando la ratio media no superaba los seis años y medio …

domingo, 30 de octubre de 2022

Jorge Fernández Losa. Infancia, gimnasia y literatura


La vida a saltos

Érase una vez… un niño de Aller (un alleranu): estando en la escuela de la plaza del pueblu, sacó dos pistolas de juguete, se levantó y dijo en clase: “¡Arriba las manos! ¡hay que salir al patio a correr! La maestra se acercó y me quitó las armas. Fue un auténtico drama. Me quedé paralizado, abatido, y castigado sin recreo, encerrado en clase. Casi me restalla el cerebro [1957-1958).

Pasado un tiempo, aterricé en una playa de Fuenterrabía (Hondarribia) y con otro salto milagroso cruzamos Hendaya, no sin antes decirle a mi madre que el francés lo entendía perfectamente… ¡Si aún no habíamos cruzado la frontera! Llegando en Lyon, en una casa de señoritas de vida alegre y.…, por fin, al día siguiente, encontramos a nuestro padre que estaba construyendo el chalet a un pintor. Duramos poco tiempo, por miedo al entorno –un campo de maniobras del ejército, que teníamos que bordear para ir al colegio (mis dos hermanas y yo). De tepenrre, ñoco el bolo. Aparecen unas señoritas desnudas que pincelaba el susodicho pintor y mi pa que nun tiraba muy bien el plomo (ja, ja, ja) por motivos obvios y mi má que no creía lo que sus ojos veían: ¡Tren y pa Paris! Por eso: otro salto y aparecimos en Rue Cambronne a las faldas de Montmatre, bajo el Sacré Coeur, en una cochambrosa chambre encima de una sala de boxeo, cuyas luces de neón me impedían balancearme con Morfeo. Cuando salíamos a la calle los forzudos y gigantes hacían exhibiciones rompiendo cadenas, lanzando fuego con una pestilencia alcohólica y venas al borde de la explosión. Al no tener papeles legales, los tres hermanos aterrizamos en algunos reformatorios y tras muchas y peripatéticas situaciones llegamos a la rue Mademoiselle, XV arrondissement —actualmente zona chic—, en casa de un turco que pululaba desnudo por su inmensa casa y nos acogió, siendo mi madre su sirvienta y cuidadora, para no vernos abocados a vivir en la calle. Nos escolarizaron en el colegio justo debajo del edificio. De la Mairie del subsidio, la Ville de Paris me otorga un Prix d´Honneur por la Caisse des Écoles al élève Fernández, Georges el 27 de junio de 1962, prix ofert par l´Asocciation des Parente d'Élêves: un libro titulado Don Quichotte, adapté de Cervantes:

viernes, 28 de octubre de 2022

Ramon Trepat. Unos flashes del recuerdo para estimular la memoria

      Por el hilo se saca el ovillo 

En septiembre de 1973, salí de Lleida cargado de maletas, ilusiones e incertezas.

La primera parada fue Zaragoza "El Portillo". Aquí había que esperar al tren que me llevaría hasta Madrid. Una de las dos locomotoras, no recuerdo cual, era de vapor.

Llego a Madrid por primera vez para hacer las pruebas de ingreso. Al llegar y ver todas las instalaciones (edificio central, pistas, residencia...) tuve la seguridad de que no entraría. Viniendo de provincias, en ese oscuro tiempo del franquismo, todo parecía perfecto e imposible de alcanzar.

Hice las pruebas y sí entré. Y allí empezó todo. Empezaron cuatro años de formación académica, pero también formación de vida. La séptima era un grupo muy heterogéneo y eso le dio un valor especial. 

PRIMERO 


El primer trimestre sirvió para conocer a los profesores, casi todos magníficos, para conocer las materias, el ritmo, la organización y también conocernos entre nosotros. A eso, a conocernos, ayudaron las novatadas, que para mí fue lo único positivo que tuvieron; sirvieron para cohesionar al grupo y para conocer la mala baba y las frustraciones que llevaban consigo algunos veteranos. De las novatadas no hace falta recordar ni anécdotas ni aventuras. Lo único que puedo decir es que fueron unos hechos indignos y degradantes. Me acuerdo perfectamente y hace cincuenta años. Algunos compañeros se marcharon de la residencia o no asistían a clase. Nunca participé en novatadas posteriores.
 

La Residencia 

Era un lugar donde vivir de forma cómoda y digna, pero también era el lugar de encuentro, de estudio, de fiesta y de historias interminables.

Yo tuve la suerte de convivir los cuatro años con Pere Miró Sellarés y forjamos una buena amistad; nuestra habitación, en primero la 001, era un lugar donde encontrarse después de clase, comer un poco de chocolate, tomar un chupito o escuchar lo último en música.

Ligado con la residencia estaba el comedor, con buena comida, buen ambiente (selecciones extranjeras, personajes...) y la presencia impagable de Juanito, el cocinero, que igual te llamaba "cara caballo" que cualquiera otra cosa.

En cuanto a Beorlegui, el director de la residencia, corramos un tupido velo.


Delante de la residencia, en las aceras, estaba lo que podría llamarse "Talleres Gras", con Eduardo a la cabeza.

También en primero conocimos la zona de Princesa, Argüelles y alrededores, con sus bares y locales de todas las categorías.

El primer trimestre de primero terminó de repente y nos dieron las vacaciones de Navidad algún día antes de lo previsto, pues el 20 de diciembre del 73, Carrero "subió al cielo". 

SEGUNDO 

En segundo todo estaba rodado. Ya nos conocíamos bien y conocíamos el funcionamiento de lo interno y de lo externo.

El nivel del profesorado era muy bueno. Seguro que todos tenemos buenos recuerdos de Cagigal, Anítua, Luciano, Legido...,y los profesores de deportes, especialmente para mí, Carlos Álvarez. Toda mi vida profesional he aplicado su calentamiento en todas mis clases y he repetido una frase suya a mis alumnos "Un minuto antes de la hora no es la hora y un minuto después de la hora tampoco es la hora".

También en segundo, a un grupo que se nos ocurrió entrar disfrazados en el comedor, nos expulsaron de la residencia y esa expulsión se hizo efectiva en el primer trimestre de tercero.

No hay que olvidar, en segundo, la acampada. Pero este sería otro tema. 

TERCERO 


En tercero, por el hecho de la expulsión, con algunos compañeros estuvimos en una pensión cutre por la zona de Princesa y allí vivimos, rodeados de una clientela variopinta, la muerte del dictador Franco. Algunos lloraban delante del televisor. Yo lo que recuerdo es que nos dieron unos días de fiesta.

Durante la temporada de la pensión, los compañeros de la residencia nos suministraban alimentos que salían directamente del comedor.

Creo que en el segundo trimestre se acabó el castigo. Ya pudimos volver a la residencia; querida residencia, con habitaciones amplias, bañeras enormes, lavandería y buena compañía.

También quiero recordar el parque automovilístico que teníamos: el Simca 1000 de Pere Miró, la Vespa de Peire, la Ducati de Santamaría, la Lambretta de Jaume Miró, el   2 CV de Angulo....y mi pobre Vespa que desapareció cuando hicieron limpieza a fondo porque venía Franco de visita (eso era en Segundo), y yo, tonto de mí, tenía la Vespa estropeada y aparcada en los soportales que había por la parte de atrás del edificio central. Se lo llevaron todo.

CUARTO

Fue el año de las huelgas, de los encierros y asambleas, y fue el año que, a diferencia de primero, que fue el encuentro, fue la dispersión. Muchos volvimos al origen, pero con una maleta muy distinta.

 
Falta muchísimo por contar, esto solo son hilos para ir estirando.

miércoles, 26 de octubre de 2022

Rafa Arribas. Como se me ocurrió ir a estudiar al INEF

Y por fin me hice un hombre

Andaba yo un poquito perdido.

Tenía 19 añazos, vivía como un mariscal, acababa de terminar, por fin, el COU experimental y pensaba hacer Empresariales. Dos años antes había aterrizado en Salamanca. Venía de Madrid con la sana intención de estudiar... un poquito más. Había tomado la insana costumbre de repetir, y de paso hacerme un hombre...cito, (eso decía mi padre).

Como era un nadador apañado seguí entrenando y además empecé a competir en motocross. Era lo que me faltaba para el desmadre en el que estaba metido ¡Juventud divino tesoro! Afortunadamente la piscina obligaba y esto ayudó para no perderme del todo en aquella Salamanca "ciudad sin ley" en la que me encontraba.

Conocía el INEF, había ido varias veces por competiciones, e incluso había comido y comprobado el magnífico ambiente que allí se respiraba. Intenté entrar, pero no tenía la reválida, que en aquel momento era lo que se pedía. Así que lo deje pasar.

Y fue gracias a mi entrenador Manolo Martínez, en aquel momento comandante del ejército del aire, un hombre fantástico. El me ayudó a conseguir muy buenas marcas, y sobre todo depuró mi estilo natatorio, que posteriormente agradecí mucho en mi faceta de entrenador. Me aconsejó como un padre y sobre todo me animó y facilitó la entrada en la mili cómo voluntario. La pena fue que cambió de destino y quedé huérfano en el cuartel. Por suerte, pasado un tiempo, volvió unos días al cuartel y me dejó "colocado" con un teniente coronel, (no os confundáis hice 248 guardias). Este hombre, en las muchas charlas que tuvimos, siempre me decía que qué coño pintaba estudiando Empresariales, que en el INEF estaba mi futuro, así que, en un viaje a Madrid, recogió los papeles para las pruebas, juntos los rellenamos y en otro viaje los entregó. Otra vez otro padre, que suerte.

Lo curioso es que la hija de mi entrenador, Leles Martínez compañera de piscina, a la que hacía tiempo no veía por el traslado de su padre, para mí sorpresa, hizo también las pruebas de acceso. Más adelante se casó con Pedro García Garrido.

Y fue así como, para sorpresa de mi padre, el auténtico, cambié unos estudios "serios" por algo que él no entendía. Afortunadamente un colega, cátedro de medicina de la Universidad de Salamanca, le convenció de la magnífica idea que había tenido el descerebrado de su hijo. Conocía bien el INEF, nuestro profesor el Dr. Anitua, y le había contado maravillas.

Y qué suerte, entré, estudié, terminé, y por fin me hice un hombre.

 


lunes, 17 de octubre de 2022

Antonio Sogorb. Lucha, y vive todo lo que puedas

 De rico a pobre en apenas unas horas

Aprender, conocer, amar, gozar, sufrir, trabajar, estudiar…, en resumen, vivir. En esto consistieron los seis años que pasé en Madrid desde mi ingreso en el INEF en 1973, hasta mi regreso a Alicante en 1979.


En ese transito tuve las vivencias (no siempre alegres) que atesoro. Son momentos únicos e irrepetibles, por las propias situaciones y, por supuesto, por la juventud y la poca experiencia de la edad.

Dónde viví y con quien

En septiembre de 1973, recalé en “La Resi”, de la calle El Greco, donde me instalé compartiendo habitación con Fernando Lopez-Ipiña Mattern y no fue solo habitación lo que compartimos, también noches en vela por sus continuas celebraciones de Rugby o por tener que estudiar, o ponerle petardos a la ventana de Beorlegui, o cualquier otra diablura que se nos ocurriese. En vez de moverme en el “46” hasta Moncloa y en el Metro a partir de allí, Ipiña me prestaba un raro ciclomotor amarillos que me permitió conocer Madrid. Al año siguiente seguí en la Residencia, pero con un compañero de la octava promoción, J.M Zambrana, hasta mi expulsión. Repetir segundo me hizo perder la beca y poner los petardos abandonar definitivamente la residencia.

De allí pase, junto con tres excompañeros de colegio de Alicante que hacían Aeronáuticos, ICAI y Navales respectivamente, a la calle Isaac Peral número 2 frente al Ministerio del Aire en Moncloa. Un piso de estudiantes regido por una bruja, la Sra. Lola, su indiferente esposo y sus dos hijas casaderas y bastante ligeras de cascos. Una etapa para olvidar por lo antipática, lo mal que cocinaba y lo poco que nos daba de comer. Solo duré allí un año y al siguiente me mudé, con dos de mis colegas alicantinos, a la calle Vallehermoso dieciséis, a otro piso de similares características, pero con una dulzura de señora aragonesa, de Bujaraloz, que cocinaba como los ángeles y nos trataba como a sobrinos. La cercanía de la ubicación al estadio Vallehermoso, a la discoteca Cerebro de Magallanes y a los patios de Aurrerá sumaba muchos puntos a favor, y estuve allí otros dos años.

Al acabar esa etapa inicié una nueva experiencia y alquilé un piso junto a José Luis Herrera, también de la octava promoción, con el apoyo económico de su hermano mayor y las continuas visitas de Benja Hernández Martín. Ese lugar estaba por la Vaguada y me obligaba a depender de una moto que compré a plazos y pagaba vendiendo sangre cada mes en el Instituto Nacional de Hematología, por mil pesetas. y un bocadillo. Me mantuve en ese piso un par de años. Iban por allí algunos compañeros, Jose A. Edo y compañeras en fiestas varias… pero eso ya es otro tema.

miércoles, 12 de octubre de 2022

Una historia de Educación Física

 Queridos amigos,

En febrero de 2022, cuando ya llevaba unos meses dándole vueltas a la cabeza, me puse manos a la obra para intentar poner en contacto al mayor número posible de compañeros de la 7ª promoción para celebrar el 50 aniversario de nuestro ingreso en el INEF.

Como medio aglutinador del proceso de reencuentro abrí un blog y poco después un grupo de WhatsApp. Poco a poco fuimos aumentando el número de contactos y, aunque hay ausencias clamorosas, hemos llegado a cincuenta contactos fiables. Ya hace meses que yo dejé de buscar, aunque no descarto algún intento por encontrar a España, Atienza, Miró Sellarés, Torrecilla…

El proceso de reencuentro fue enormemente gratificante para mí y cada llamada a uno de los compañeros con los que hacía una porrada de años que no nos veíamos era un momento mágico de risas, sorpresa y alegrías sinceras.

domingo, 9 de octubre de 2022

Tres momentos de la vida azarosa de Eduardo Gras

 …y de Nacho Gallach

Hola Antolín. Si vas a añadir algún dibujo puedes poner el mío de los cosacos escribiendo al ministro de Educación. 


Como le pidiera explicaciones sobre lo que representaba el dibujo, me dijo: Están escribiendo una carta al sultán de Turquía que estaba en plena expansión, instando al pueblo Cosaco a rendirse. Lamentablemente fueron arrasados por los turcos. Eso lo dibujé en Portobelo (Caribe panameño). Cuando me desperté me había dormido y sacado la sangre un murciélago vampiro.

Llamé a mi amigo Nacho de Valencia que nos había visitado en el astillero meses atrás y me dijo que partían rumbo a Florida en una goleta de aparejo Marconi que había comprado un americano y tenían sitio para mí como tripulante y que saldríamos en un mes. Me volví loco de alegría y me reafirmé en que el dicho popular de "quien siembra recoge", es tan cierto como que existen los milagros, aunque, a veces, al ser pequeños puedan pasar inadvertidos.

jueves, 6 de octubre de 2022

Miguel Feria y Sevé Quieto

 

El gato, la araña y la cabra

 Sevé Quieto, como su nombre da a entender, empezó como un ser que reivindicaba la vida lenta. Su lema principal era “No soy apático, soy lento. Luego varió hacia temas más mundanos y a sordas conversaciones (a veces en inglés) con su gato Roque sobre pensamientos e ideas que le atormentan. Sevé aparece y desaparece de Facebook como el Guadiana. Le interesa, como no, el tema del deporte, el ejercicio, la política y casi todo.








2022


sábado, 1 de octubre de 2022

Antonio Sogorb. Reflexiones de la edad

Reconocerlo, asumirlo y enfrentarlo

Sogorb 1974 Foto de Rasueros
Cuando el cuerpo ya no te responde como antaño, cuando el espejo no muestra músculos y piel tersa, sino calvicie, pellejos y michelines, cuando el cabello torna a colores cercanos a la nieve y comenzamos a ser conscientes de cuanto nos ha robado la edad en lo físico, mientras nos lo daba en serenidad y sabiduría, nos encontramos ante los síntomas evidentes de que hemos alcanzado la vejez.

No es igual para todos, se llega sin darte cuenta a edades diferentes, entre los sesenta y los setentaicinco. Esa es la realidad, otra cosa es que seamos capaces de reconocerlo, asumirlo y enfrentarlo. Y es algo que no tiene mucho o casi nada que ver con las capacidades de cada uno, con nuestra validez como personas. La veteranía, el conocimiento, la experiencia, son valores que compensan las pérdidas físicas del paso del tiempo. Pero hemos de saber reconocer nuestras limitaciones y aprovechar nuestras actuales aptitudes con el mismo entusiasmo con el que enfrentábamos hace cuarenta años cualquier prueba física por dura o arriesgada que fuese. No hemos perdido esa capacidad de superación, solo la hemos modificado.

La destreza con la que afrontábamos cualquier reto físico en los años setenta nos resultan absolutamente inviables en la actualidad, del mismo modo que la paciencia que muestro ahora hubiese sido totalmente impensable a mis veinte años. Ya no salto como antes con un minitramp, pero soy capaz de estar casi dos horas moviendo la cuna de mi nieto, ¡jamás lo hubiese logrado en aquellos años!

Hemos de ser conscientes de que lo que la vida nos exigía entonces a la Séptima del INEF no tiene nada que ver con lo que nos reclama en la actualidad, y cuanto antes y mejor seamos capaces de asumir y enfrentar esa realidad, mucho mejor acomodo hallaremos en un mundo y una sociedad tan cambiante, tecnológica y cada vez más deshumanizada como la que nos está tocando vivir.

No pretendo dar una imagen negativa de la vejez, todo lo contrario, con estas líneas simplemente intento transmitiros mis vivencias al respecto y animaros a compartirlas, a intentar ser más felices con nuestras cambiantes vidas.

¡Un fuerte abrazo a todos! 



viernes, 30 de septiembre de 2022

Guillermo Contreras. Ideología y deporte

 El componente ideológico del deporte. 

Personalmente me causó una honda impresión la reacción de los medios de comunicación y creadores de opinión cuando, a finales de los años ochenta, el deporte nacional se convulsionó por la muerte de Fernando Martín, un jugador de baloncesto que se incorporó a la M30 de Madrid a gran velocidad en un coche potentísimo perdiendo el control del vehículo, saltando la mediana e hiriendo de gravedad al conductor de un coche que circulaba en sentido contrario. Todo el mundo lloró la muerte del jugador y bien pocos señalaron críticamente cómo se produjo el accidente y bien pocos se acordaron de la otra víctima del accidente. Me causó una honda impresión y me marcó muchísimo. He tardado treinta años en compartirlo.


Artículo en El Viejo Topo ¿años 70?

¡El deporte no tiene ideología!, dijo con convicción el concejal de Izquierda Unida en un acto electoral con los partidos más representativos. ¡El deporte no tiene ideología!, suscribió con rotundidad el concejal del PSOE presente en la mesa. El auditorio por su parte daba muestras de compartir las declaraciones de los conferenciantes moviendo afirmativamente la cabeza de forma casi unánime.

En efecto, que el balón haya pasado o no la línea de gol, no tiene ideología, tampoco la tiene que el cronómetro se pare unas décimas de segundos antes o después, o que la cinta métrica marque 6,20 o 6,22, pero, cuando los niños y las niñas ven repetidamente el rostro sonriente de un deportista de élite con una camiseta marcada con el logotipo bien visible de una firma que confecciona sus productos en talleres insanos e inseguros en el sudeste asiático en los que trabajan hacinados centenares de trabajadores y trabajadoras sin derechos laborales y con retribuciones míseras, ahí sí aparece ya la ideología. 

También hay ideología, mucha ideología, cuando mientras en el campito de mi barrio juegan un partido de solteros contra casados esperando comerse después un buen plato de arroz, a varios miles de kilómetros de allí, en un emirato árabe reconocido por su falta de respeto a los derechos humanos, cuando no por sus prácticas genocidas, los equipos finalistas de una competición celtibérica juegan la final de alguno de los campeonatos nacionales. Hay ideología cuando en las gradas de un terreno de juego cualquiera, los padres de los equipos contendientes la emprenden a tortazos entre ellos, o cuando tuve que parar un partido de voleibol femenino de categoría alevín para pedir a la árbitra que impidiera que una de las entrenadoras tratara con gritos, con insultos y de forma despectiva… ¡a las jugadoras de su propio equipo! Y estoy seguro que todos hemos visto más de una vez a un padre, desde la banda, gritar violentamente a su propio hijo por haber cometido un error. Y qué decir de las competiciones planetarias en las que un grupo de conductores muy, muy bien alimentados cruzan el desierto subidos en sus potentes bólidos dejando a su paso multitud de desperdicios que los nativos se afanan en recoger una vez que el circo mediático ha pasado de largo y ya no hay cámaras para retransmitir al mundo sus desvelos.

Hay mucha, mucha, mucha ideología en el deporte, pero no se expresa de forma explícita, es totalmente subliminal, por lo que hace más daño. En la mano de nosotros y de nosotras, profesionales y vocacionales de la Educación Física está intervenir para desenmascarar todo este montaje y ofrecer otra perspectiva que permita que las personas con las que nos relacionamos puedan observar este fenómeno con otra mirada, crítica, personal, madura, constructiva.



Tenemos que evitar -o al menos intentarlo- que se presente el deporte a nuestros niños, niñas y jóvenes, todavía en proceso de formación en valores, referentes éticos muy pobres. Cuando eso es la norma puede acabar haciendo un daño irreparable.

viernes, 23 de septiembre de 2022

García Garrido y la deportividad

 Lo que aprendimos y lo que enseñamos 

Durante nuestra formación aprendimos que el deporte tendría valor si valía para educar. La deportividad y el juego limpio eran conceptos llenos de valores que nos permitían defender nuestra profesión con orgullo. Sin embargo, como bien sabemos, a veces el afán por la competitividad puede llevarnos a conductas opuestas a los que la Educación Física busca en la formación del individuo.

Por eso, entre nosotros, el fútbol era muy criticado por exceder con frecuencia el ámbito de la deportividad y mostrar demasiado crudamente sus aspectos comerciales, violencia, trampas e incluso su populismo político.

Pero no siempre es así y quiero contar mi experiencia en defensa de los valores deportivos del fútbol y el afán por la deportividad, en el que me ha acompañado mi mujer, Leles, a quien muchos conocéis porque es de nuestra promoción, y que se prolonga en mi hijo, que también es profesor de EF.

jueves, 22 de septiembre de 2022

Galería fotográfica

 Las fotos de la 7 

http://la7a50aniversario.blogspot.com

Por fin hemos resuelto el tema de las fotos de la promoción. Pedro G. Garrido ha tomado la iniciativa y ha creado un soporte para ir depositando allí fotos y videos. Las fotos se enlazan desde este blog, en el icono que aparece al lado derecho de la pantalla y, para proteger la intimidad que alguno pueda querer, es necesario aceptar la invitación que ya ha enviado Pedro a vuestros correos.


Si alguien tiene alguna dificultad para enlazar el blog que nos lo haga saber a Pedro  o a mí. Por supuesto que faltan muchas fotos, pero poco a poco irán apareciendo las que tenemos y las que enviéis. Por supuesto, cuanto mayor calidad de la foto, mejor.





jueves, 15 de septiembre de 2022

Antonio Sogorb en los años 60

Quienes éramos y como llegamos a la 7

Estudié, en la década de los 60, en los Jesuitas, La Inmaculada, que era un centro de élite de Alicante con excelentes instalaciones deportivas, todo un lujo al que pude acceder gracias a una beca para chicos sin recursos económicos.

El deporte rey en ese colegio era el Atletismo y, desde los once años, en él centré mis esfuerzos sin olvidarme del rendimiento académico ya que debía superar un ocho de nota media o debería abandonar el colegio. Practicaba todas las pruebas y me especialicé en pruebas combinadas. Pero a los catorce años dejé de crecer, no pasaba de uno setenta y evidentemente saltar uno setenta y tres con mi estatura ya era toda una proeza entonces, pero no aumentarla me impediría mejorar, lo mismo ocurría con las vallas, ya que en juveniles resultaba muy complicado pasarlas en lugar de saltarlas, cuando me llegaban casi por el pecho. Pese a mis limitaciones, mi espíritu competitivo compensaba en muchas ocasiones la superior talla de mis rivales. Tuve los récords provinciales, desde alevines a juveniles, en pruebas combinadas, triatlón, tetratlón, exatlón y octatlón. Alicante era tierra de tradición de balonmano y a los trece años entre a la disciplina del Obras del Puerto, donde continué, alternando con el Atletismo escolar, hasta mi marcha a Madrid.

Mi intención, y el deseo de mi familia, era estudiar medicina, aunque las pruebas psicotécnicas a las que me sometía año tras año en mi colegio indicaban que mis condiciones, curiosamente, se amoldaban más a tareas como piloto o profesor. Un C.I. de 139 y las notas medias, me otorgaban suficiente margen como para elegir lo que quisiera estudiar y en ello estaba durante el curso de COU en 1972, cuando descubrí que existían unos estudios de Educación Física, que no dependían de la Falange ni del Movimiento y se me metió en la cabeza, muy a pesar de mi familia, que el INEF iba a ser mi destino final.

lunes, 29 de agosto de 2022

Beneyto y Antolín. Libros antiguos

Arte Gymnastica

                                  Arte Gymnastica

Damián Beneyto me envió un relato en el que intentaba explicar lo que nos une a la 7ª promoción,

“Un grupo bastante variopinto a los que nos ha unido el interés por la Educación Física y el Deporte en sus múltiples facetas.”

En el escrito hablaba de su curiosidad por el libro antiguo de educación física y descubrimos que él y yo compartíamos la misma afición.

En aquellos años en que estudiamos juntos, en las taquillas que custodiaba Cabello, a todos nos dejaron el facsímil de la obra Arte Gymnastica de Hieronymi Mercurialis publicado en la colección Citius, Altius Fortius. Se trataba de la copia de uno de los escasos ejemplares en castellano (en latín hay bastantes) que había sido adquirido recientemente por la biblioteca del INEF. No se lo que habrá hecho cada uno con aquel documento. Yo lo encuaderné. Ese pudo ser el origen de la curiosidad por los libros antiguos de todos nosotros.

A Damián la curiosidad definitiva le vino al preparar la oposición a secundaria,

“Entre los tres temas que salieron, yo elegí el tema 2 que decía así: —Evolución de los contenidos de la Educación Física. Principales Tendencias—. A mí siempre me había gustado mucho la historia, pero, estudiando este tema, la historia de la Educación Física y el Deporte fue para mí, un descubrimiento.”

Por mi parte, tuve un encuentro con el libro antiguo de educación física, en la Cuesta Moyano, de Madrid. Por razones que no recuerdo con exactitud, pero en las que había dos muchachas implicadas, pasé por allí con Francisco Fuentes, alias Pelochi, cuarta promoción, posteriormente ayudante de Luciano González y, en un puesto estaban liquidando una

Juegos y Deportes en la edad adulta 3

 Juegos y Deportes.

Si nos hubiéramos hecho científicos nucleares o mecánicos, a los sesenta años haríamos deporte para nuestra salud. Pero como hemos dedicado la vida al esfuerzo y la habilidad, cuando hacemos deporte lo hacemos porque lo necesitamos y nos divierte. Jugamos porque jugando la vida es más ligera y llevadera.

Otras formas de navegar.

No podía faltar Gras en Tarifa, este mismo año.


Cuando estudiábamos se empezaba a hablar de los deportes Californianos. El surf era la estrella de aquellas actividades en la naturaleza. Joxean Arruza tomo buena nota y se dedica a cabalgar las olas.

Y hablando de cabalgar,




El enmascarado Llanero Solitario y su caballo Plata, es ¡Sogorb!



Tomás Peire también tiene que ver con los caballos, pero desde otro punto de vista. Tendría que contarlo él. Y luego están los que cabalgan coches y motos.



De Arribas todos supimos de su Bultaco Metralla (no estoy seguro de que fuera esa la moto) y sus carreras. Ha continuado su afición por el motor y restaura coches antiguos.


Araez, después de acabada la carrera, corrió en formulas de coches de serie. Un buen piloto sin duda.


Lo que no sabemos es si Díaz Pérez llegó muy lejos con esta moto, o lo que sea ese aparato infernal.


Hay más. Jugosas fotos de billar francés, de golf y otras aficiones. Poco a poco.