martes, 3 de enero de 2023

Ramón Trepat, nuestro compañero más surrealista

 ¡Póngase un diez, hombre! 

Os voy a contar una historia de cuando, con veinte años, me matriculé para cursar sexto de bachillerato en régimen nocturno. Año 1970.

Una vez matriculado y mientras esperaba el inicio del curso, me enteré de que se necesitaba un profesor adjunto de educación física para cubrir unas horas en nocturno, en mi propio instituto (en aquel tiempo, en el nocturno, había educación física).

Como en 1969 había hecho un curso de monitor polideportivo nacional en Barcelona, impartido por profesores del INEF de Madrid, me presenté para la plaza de adjunto pensando que, si me la daban, esperaría al año siguiente para cursar sexto de bachillerato. Pero no, me dieron la plaza y resultó que no era incompatible con los estudios a los que me había matriculado.

Y ya me veis a mi dando clases a mis compañeros de clase, a mí mismo y a otros grupos de quinto y sexto.

Esta es la anécdota, encontrarse en la situación de ser profesor de uno mismo y pasar bastante vergüenza a la hora de asistir a las reuniones de evaluación dónde se hablaba de mí.

El señor Parra, que era el titular de Educación Física, al preguntarle yo que nota debía ponerme, dijo en tono condescendiente: "Póngase un diez, hombre. Póngase un diez". Y así lo hice.


Al cabo de tres años, en el 73, empecé con todos vosotros una nueva aventura y en el 2011 me jubilé.

 

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