Todo Javier Jiménez
Antes
Tenía dieciocho años y andaba perdido,
entre Teleco y el autostop para “conocer mundo”, de Algeciras a Estambul, como decía
Serrat en su “Mediterráneo”.
Era verano en Cantabria y
dentro del grupo de amigos estaba Luis Solar, de Noja, de las primeras
promociones de INEF (fue después director del INEF del País Vasco) pertenecía
al grupo de amigos de Elisa, mi amiga, mi novia, mi compañera desde los quince
años. Me quedé boquiabierto cuando Luis me explicó lo que estudiaba en Madrid,
algo parecido a Medicina Deportiva quise entender: movimiento, juego, deporte,
entrenamiento, expresión corporal, Anatomía, Fisiología, Biomecánica. Aquello
era diferente a la Física, Química, Matemáticas y Electrónica con las que no
podía después de dos años intentándolo, sin resultados positivos, y me lo
planteé… empecé a entrenar.
Podría haber sido de la sexta…
o no. Estuve doce horas en Vargas (septiembre de 1972), haciendo autostop,
esperando a que algún alma caritativa me llevara a Madrid para hacer el examen
de ingreso, pero no apareció. No había dinero para un tren o autobús y perdí un
curso académico, o lo gané, nunca lo sabré, aquel día la pelota no cayó en el
lado bueno, que diría Fernando París.
Esa anécdota me permitió entrenar las pruebas de acceso durante un año, iba al propio INEF y trabajaba seriamente con Landa y Cabrera, dos buenos entrenadores de la época y en verano Santoña, Faro del Caballo, carrera por el monte y los 700 escalones de bajada y… de subida, los hacía corriendo y cronometraba el tiempo. Después abdominales, coordinación, natación, salto, balón medicinal.
Creo que el destino se portó
bien conmigo porque al año siguiente, 1973, aprobé el examen de ingreso y
empezó la historia, la historia de casi cincuenta maravillosos años que llevo
disfrutando por haber empezado con la séptima promoción. Recuerdo que Toshiyasu
Uzawa Okamoto no me lo puso fácil, me tocó en la prueba de abdominales (me
hacía más de sesenta en un minuto) cuando contaba yo, pero empecé y contó él,
uno, uno, uno, uno, yo le miraba alucinado, me di cuenta y modifiqué un
detalle, dos, dos, dos, modifiqué otro detalle, tres, cuatro, cinco… y llegué a
cuarenta, ahí conocí a Uzawa, después le conocimos todos.
Durante
Fueron cuatro años únicos, especiales, de convivencia y libertad. A pesar de vivir en Madrid, tuve la suerte de conseguir la beca, emanciparme y disfrutar del ambiente de la Residencia, de la Universidad, de los grandes momentos, alegrías y problemas, historias y aventuras, vivencias únicas que solamente ocurrían allí. Tuve muy buenos amigos, de nuestra promoción, de las anteriores y de las siguientes. Muchos de vosotros lo habéis explicado perfectamente, fuimos felices y adquirimos valores para el resto de nuestras vidas.
Estábamos en segundo curso
cuando en una tarde de cafetería o en la Residencia, no recuerdo bien, Alberto Angulo,
Armando Menéndez, Fernando Martínez Torrecilla y yo, hablamos de la posibilidad
de hacer algo más, algo que completara o le diera un sentido a los vacíos que
notábamos en la carrera. Se nos ocurrió hacer ATS y en el curso siguiente
empezamos en la Facultad de Medicina de la Complutense.
Después
Después de un tiempo terminé INEF y con ATS pude hacer Fisioterapia, Alberto también acabó Fisioterapia y Fernando creo que después hizo Medicina, a Pilín le perdí la pista. Empecé a trabajar en un hospital, Asepeyo (Coslada) con un grupo de traumatólogos y rehabilitadores jóvenes de gran nivel, con los que aprendí diferentes especialidades.
Mi tesina “Fisioterapia del
cuádriceps en lesiones deportivas”, dirigida por el Dr. Sicilia, fue la llave
para colaborar con la asignatura de Técnicas de Rehabilitación Motriz en el
INEF. Empecé con la “Fisioterapia en el Deporte”, baloncesto, ciclismo, futbol,
atletismo, natación, hípica, golf, tenis… trabajé con muchas federaciones y
deporte profesional.
Después de cinco años en
Asepeyo, aprendiendo lo básico, me dediqué plenamente al INEF, ya se había
producido la unificación y además de nuestros profesores, estaban los de la
Escuela de Mandos y las profesoras de la Almudena, fue una época dorada. Desde
aquel primer Claustro ha pasado mucho tiempo, ha pasado rápido, como pasa la
vida, pero han sido años con mucha historia. Sigo como profesor, actualmente de
Lesiones en la Actividad Física y en el Deporte, después de diseñar e impartir
diferentes asignaturas, Actividad Física y Salud o Recuperación Funcional y
Reentrenamiento al Esfuerzo.
He vivido todas las etapas del
INEF, excepto los seis primeros años. La unificación en la que participamos
todos con aquellas huelgas y manifestaciones en las que, entre otras muchas
cosas, pedíamos “Facultad”, la integración de los alumnos de la Academia y de
la Almudena, el cambio a Licenciatura en 1981, adscripción provisional a la UPM
en 1982, la denominación de Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y
del Deporte en 1993.
En esta época fui director del
Departamento de Estructura y Análisis del Movimiento Humano y de las Técnicas
Deportivas, formé parte del equipo directivo como Secretario General para
superar una crisis que hubiera cambiado la historia. Quisieron llevarnos a las
antiguas instalaciones de la Almudena o a “La Peineta” (Actual estadio del
Atlético de Madrid) para dejar el INEF como edificio de federaciones
deportivas. Se superó con quinientos alumnos delante del Consejo Superior de
Deportes, con intención de entrar “a quedarse”… de algo me sirvió nuestra
rebeldía para solucionar conflictos.
Las dificultades para hacer
los cursos de doctorado y la presentación de la tesis doctoral con su
correspondiente anécdota (tengo el resguardo de Doctor en Ingeniería
Industrial) donde presenté la tesis, porque no existía el título de Doctor en
Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la UPM (fui el primero en
Madrid) año 1995. Puedo presumir de dos doctorados J… o no.
A partir de ahí, el enfoque
educativo de los estudios fue también recreativo, higiénico, terapéutico, de
rendimiento, de gestión. En alguno de estos enfoques puse mi granito de arena.
Transferencia a La Comunidad de Madrid, plazas de profesores funcionarios,
departamentos e integración definitiva en la UPM, 2003. Diferentes planes de
estudios, muchas promociones de alumnos, con grandes diferencias desde nuestra
época hasta ahora.
…y siempre
He notado lo importante que es
trabajar con gente joven, evolucionar con ellos, aprender de ellos. No hace
mucho tiempo, en uno de los cursos de Especialista Universitario en Lesiones en
A.F. y D., coincidí con dos antiguos alumnos míos, ahora profesores, que
hicieron una presentación excepcional, hasta el punto que no me costó nada
decirles lo importante que era para mí aceptar, con gran orgullo, que el alumno
superara al profesor.
Me ha pasado muchas veces,
cada vez más a menudo, encontrarme, con antiguos alumnos que me escriben
relatándome su jubilación. He tenido alumnos que ahora son profesores de la
Facultad, ya mayorcitos. He visto pasar la historia, lo bueno, lo malo, lo
regular.
He conocido a todos los
directores y decanos desde Cagigal, he visto pasar a miles de alumnos (más de
doscientos por promoción) y a muchos profesores. Todos los que nos dieron
clases ya no están… con todos los que coincidí cuando empecé a formar parte del
Claustro ya no están.
A mí me queda poco, probablemente
me jubile en el próximo curso, es posible que lo haga coincidir con el día de
la celebración del cincuenta aniversario de nuestra promoción, cincuenta años
después.
Puedo resumir estos años con
una sola palabra: felicidad, ¿volvería a repetir la historia? Sí, sin ninguna
duda, sería un honor…
La “culpa”… la tuvo Luis.
Gran relato Javier ... Y una vida entera en el Inef. Y es que, ese sitio, la parcela del inef, Csd, ahora CAR, tiene un Ecosistem
ResponderEliminara especial... Hay algo que engancha. Cada vez que voy, me siento como si fuera mi casa. Me acuerdo del intento de traslado del inef. Yo lo vivi en el otro lado, con los que lo querían cambiar, sufriendo... Y los alumnos no se manifestaron enfrente solo, se metieron en los despachos y ocuparon las mesas... Eso ayudó mucho a olvidar esa idea.
Muchas gracias Fernando, es verdad que engancha, imagínate a mí...tantos años. Recuerdo que estabas en el Csd, la época de Rafael Cortés Elvira, personaje muy complicado, las reuniones con él eran muy desagradables. No fue fácil movilizar a tantos alumnos, yo tenía su confianza y participé muy activamente en aquella manifestación enfrente del Csd, sabía que tú y los nuestros lo estabais pasando mal pero la razón y la historia pesaron mucho y lo sacamos adelante. No hubiera sido lo mismo salir de ese ecosistema especial que todos hemos creado poco a poco... y es verdad, cada vez que entramos en él, parece que estamos en casa.
EliminarUn fuerte brazo Fernando.