lunes, 13 de junio de 2022

Vamos que nos vamos, por Ramón Cid

 “Vamos que nos vamos” 

En septiembre de 1973 sonaban en las radios y los casetes el grupo Fórmula V con su “Eva María” que mientras buscaba el sol en la playa, rivalizaba en las listas por alcanzar el número uno con “Y Viva España” de Manolo Escobar y el “América, América” del inolvidable Nino Bravo.   Durante ese mes y todo el otoño, en el mundo y en España se sucedían los acontecimientos: Pinochet daba un golpe de estado en Chile, el Watergate seguía su curso, se estrenaba la película “El Golpe” en Nueva York y, el veinte de diciembre, Carrero Blanco volaba por los aires a la altura del nº 104 de la calle Claudio Coello. Las estelas del “Mayo del 68”, el movimiento Hippie… se iban filtrando con retardo por las grietas que se iban abriendo en la Dictadura y una nueva generación de en España comenzaba a exigir cambios. En ese estado de cosas, con “Eva María” como música de fondo, un grupo de jóvenes procedentes de diferentes partes aterrizábamos en la Residencia del INEF, era la séptima promoción.

Con la perspectiva que da el paso del tiempo y la experiencia que la vida te va dando, he reflexionado en bastantes ocasiones acerca de lo singular de aquel grupo, de su irreverencia e ingenuidad, de su originalidad y enorme fuerza al mismo tiempo. Me he preguntado si era la casualidad la que explicaba la coincidencia en un mismo espacio y tiempo de unas personalidades tan peculiares, o bien, el hecho de decidir estudiar para ser “profesor de gimnasia” llevaba implícito una forma de ser diferente. Quizás, el verse obligado a responder al “es una pena, tú podrías estudiar algo serio” imprimía algo de revolucionario en nuestra decisión.

Fuimos una generación que empezó sus estudios en una dictadura y acabó con una democracia incipiente. Ese tránsito radical de un régimen a otro también se fue produciendo en muchos de nosotros. La convivencia con compañeros de diferentes costumbres, zonas geográficas, ideologías políticas y formas de ver la vida, creo que constituyó un escenario determinante de nuestra forma de estar en el mundo. El entorno universitario, las asambleas, los grises, los eventos culturales en los colegios mayores, las “manis”, las huelgas … propiciaban sobremesas en el comedor con diálogos, más o menos acalorados, que fueron mejorando la calidad y profundidad de nuestras opiniones y que tras los “vamos que nos vamos” de Paquita, seguían en el bar, normalmente con un chinchón de por medio, que ayudaba a distender las diferencias. Debates que con posterioridad se iban rumiando a solas, en la intimidad del cuarto, modelando nuestro carácter y borrando prejuicios anteriores.

Como no podía ser de otra manera, ese espíritu crítico se trasladó también a nuestro mundo, el de la Educación Física y la concepción del deporte que venía lastrado socialmente por la importante presencia durante décadas en nuestro ámbito de la Sección Femenina y el Frente de Juventudes quienes normalmente fundamentaban sus actividades con una visión mecanicista del ser humano, o bien, como medio de educación al servicio de los “valores patrios”. Se tuvo que crear el germen teórico y el ejemplo práctico para enfrentarse a esa idea imperante, el reto de dar una imagen democrática y moderna de la actividad física.

Y mientras tanto; la música siguió sonando, Patxi Andion contaba hasta tres; en la pequeña pantalla veíamos “El Mundo y la Tierra” del llorado Rodríguez De la Fuente o “La Clave” de Balbín. En los cines proyectaban “Tiburón”, “Novecento “… Y nosotros también rodamos nuestra propia historia. El resultado fue una película con más tintes de comedia que de drama en la que el humor siempre estuvo muy presente y las risas a raudales; un reparto maravilloso de compañeros, amigos, profesores de todo tipo, personal y algún que otro personaje al más puro estilo Berlanguiano. En el recuerdo muchas escenas inolvidables: el tango bailado por Nacho Gallach y Tomás Peire al anochecer en el pantano de San Juan, la rebelión en el aula de “Expresión y Comunicación”, la vida en la planta de la Residencia con una aventura cada día, las visitas a la Almudena, la huelga… y la relación con los profesores: Cagigal, Coca, Carlos Alvarez, Juan de Dios, Osawa…

Fue una suerte vivir en ese entrañable contexto aquellos años en los que el mundo se movió tan rápido. De críos coleccionábamos mariposas, monedas, minerales… con los años, son los recuerdos de momentos e imágenes con los que rellenamos el álbum de nuestra vida y esa época nos aportó un sinfín de preciosos e inolvidables “cromos”.

No soy un apasionado de evocar con demasiada frecuencia el pasado, la nostalgia me genera adición y en ocasiones un poso de tristeza y, aunque añoro a los buenos amigos que se han ido y las vivencias con ellos compartidas, la sensación de felicidad que los recuerdos de esa época me aportan, son infinitos.

 Un abrazo fuerte y largo, amigos.              Ramón Cid

Incluyo por mi cuenta un par de enlaces para que conozcamos la dimensión, humana de nuestro amigo. en internet hay mucho más. 

Ramón Cid. El filósofo que lleva dentro. 

-Yo quiero seguir mirando hacia adelante, quiero seguir entrenando, quiero seguir diciendo 'hay que subir la rodilla y echar el pie atrás', quiero seguir participando de ese diálogo... 

https://www.rfea.es/web/noticias/desarrollo.asp?codigo=12668#.YqcKo3ZBwdU 

https://www.marca.com/atletismo/2020/04/01/5e8496efe2704e892b8b4609.html

 


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