viernes, 28 de octubre de 2022

Ramon Trepat. Unos flashes del recuerdo para estimular la memoria

      Por el hilo se saca el ovillo 

En septiembre de 1973, salí de Lleida cargado de maletas, ilusiones e incertezas.

La primera parada fue Zaragoza "El Portillo". Aquí había que esperar al tren que me llevaría hasta Madrid. Una de las dos locomotoras, no recuerdo cual, era de vapor.

Llego a Madrid por primera vez para hacer las pruebas de ingreso. Al llegar y ver todas las instalaciones (edificio central, pistas, residencia...) tuve la seguridad de que no entraría. Viniendo de provincias, en ese oscuro tiempo del franquismo, todo parecía perfecto e imposible de alcanzar.

Hice las pruebas y sí entré. Y allí empezó todo. Empezaron cuatro años de formación académica, pero también formación de vida. La séptima era un grupo muy heterogéneo y eso le dio un valor especial. 

PRIMERO 


El primer trimestre sirvió para conocer a los profesores, casi todos magníficos, para conocer las materias, el ritmo, la organización y también conocernos entre nosotros. A eso, a conocernos, ayudaron las novatadas, que para mí fue lo único positivo que tuvieron; sirvieron para cohesionar al grupo y para conocer la mala baba y las frustraciones que llevaban consigo algunos veteranos. De las novatadas no hace falta recordar ni anécdotas ni aventuras. Lo único que puedo decir es que fueron unos hechos indignos y degradantes. Me acuerdo perfectamente y hace cincuenta años. Algunos compañeros se marcharon de la residencia o no asistían a clase. Nunca participé en novatadas posteriores.
 

La Residencia 

Era un lugar donde vivir de forma cómoda y digna, pero también era el lugar de encuentro, de estudio, de fiesta y de historias interminables.

Yo tuve la suerte de convivir los cuatro años con Pere Miró Sellarés y forjamos una buena amistad; nuestra habitación, en primero la 001, era un lugar donde encontrarse después de clase, comer un poco de chocolate, tomar un chupito o escuchar lo último en música.

Ligado con la residencia estaba el comedor, con buena comida, buen ambiente (selecciones extranjeras, personajes...) y la presencia impagable de Juanito, el cocinero, que igual te llamaba "cara caballo" que cualquiera otra cosa.

En cuanto a Beorlegui, el director de la residencia, corramos un tupido velo.


Delante de la residencia, en las aceras, estaba lo que podría llamarse "Talleres Gras", con Eduardo a la cabeza.

También en primero conocimos la zona de Princesa, Argüelles y alrededores, con sus bares y locales de todas las categorías.

El primer trimestre de primero terminó de repente y nos dieron las vacaciones de Navidad algún día antes de lo previsto, pues el 20 de diciembre del 73, Carrero "subió al cielo". 

SEGUNDO 

En segundo todo estaba rodado. Ya nos conocíamos bien y conocíamos el funcionamiento de lo interno y de lo externo.

El nivel del profesorado era muy bueno. Seguro que todos tenemos buenos recuerdos de Cagigal, Anítua, Luciano, Legido...,y los profesores de deportes, especialmente para mí, Carlos Álvarez. Toda mi vida profesional he aplicado su calentamiento en todas mis clases y he repetido una frase suya a mis alumnos "Un minuto antes de la hora no es la hora y un minuto después de la hora tampoco es la hora".

También en segundo, a un grupo que se nos ocurrió entrar disfrazados en el comedor, nos expulsaron de la residencia y esa expulsión se hizo efectiva en el primer trimestre de tercero.

No hay que olvidar, en segundo, la acampada. Pero este sería otro tema. 

TERCERO 


En tercero, por el hecho de la expulsión, con algunos compañeros estuvimos en una pensión cutre por la zona de Princesa y allí vivimos, rodeados de una clientela variopinta, la muerte del dictador Franco. Algunos lloraban delante del televisor. Yo lo que recuerdo es que nos dieron unos días de fiesta.

Durante la temporada de la pensión, los compañeros de la residencia nos suministraban alimentos que salían directamente del comedor.

Creo que en el segundo trimestre se acabó el castigo. Ya pudimos volver a la residencia; querida residencia, con habitaciones amplias, bañeras enormes, lavandería y buena compañía.

También quiero recordar el parque automovilístico que teníamos: el Simca 1000 de Pere Miró, la Vespa de Peire, la Ducati de Santamaría, la Lambretta de Jaume Miró, el   2 CV de Angulo....y mi pobre Vespa que desapareció cuando hicieron limpieza a fondo porque venía Franco de visita (eso era en Segundo), y yo, tonto de mí, tenía la Vespa estropeada y aparcada en los soportales que había por la parte de atrás del edificio central. Se lo llevaron todo.

CUARTO

Fue el año de las huelgas, de los encierros y asambleas, y fue el año que, a diferencia de primero, que fue el encuentro, fue la dispersión. Muchos volvimos al origen, pero con una maleta muy distinta.

 
Falta muchísimo por contar, esto solo son hilos para ir estirando.

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