José Luis Salvador Alonso empezó con la 5ª y acabo con la 7ª promoción. En A Coruña fundó un grupo que se llamaba Paradoja que se reunía el 23 de abril en torno a una reunión atípica que denominamos Conversas (…feliz hallazgo de Gurri). Cuando murió nos reunimos para recordarle y de él dijeron esto alguno de nuestros compañeros.
Entre la 5ª y la 7ª y Carlos Álvarez |
Al mago que llevaba con él los vientos del pueblo
José García Murcia
Seducidos y arrastrados por su convincente llamada, aquí nos
hemos dado cita para vernos, para oírnos y para CONVERSAR.
El sitio no es caprichoso, es el lugar mágico, donde la
pluma del mago quedó sin tinta antes de decir cuanto podía. Tampoco lo son las
fechas. Abril viene con fuerza, con luz, con ganas.
¡Qué luz tan maravillosa la que viene del océano al
atardecer, me decía yo ayer llegando a Coruña, cuando encaraba el oeste!
Abril guarda fechas para la historia. El 14 la proclamación
de la Segunda República, el 25, la Revolución de los Claveles. Y el 23, sobre
todo el 23, el día del libro, referente para estas Conversas y para Salva.
Salva siempre quiso y así fue, que las Conversas tuviesen
libro ¡Y qué buenos libros los que preparaba! Porque en cada uno de ellos
encontramos un tesoro, su fuerza, sus ricas vivencias, las reflexiones de las
que sacaba su inagotable aporte “a lo social”, aproximaciones e ideas de su
saber, visión crítica y, sobre todo, claves para vivir, para jugar en el
estadio de la vida.
Estos son retazos del recuerdo más cercano, allá en Madrid,
donde llegué después de corretear tras los cueros descosidos, después de jugar
en calles sin asfalto, después de saltar y voltear una y mil veces el plinto
del gimnasio, quedan otros recuerdos, otras luces.
Allí, en Madrid, conocí a Salva, al infatigable mago
luchador que llevaba consigo los vientos del pueblo.
José Luis Salvador o “la mosca cojonera”
Miguel Ángel Delgado
Noguera
José Luis era
una persona irrepetible. Una mezcla de la sabiduría, apertura, diálogo, crítica
e ironía del sevillano, madrileño y gallego (nota del transcriptor. Nacido en el Puerto de Sagunto, en Valencia).
con quien tuve la fortuna de compartir algunos momentos inolvidables.
Época de estudiante
La cultura
La afición al teatro, al cine y a la literatura de Salvador
me apasionaba. En eso también era un alumno de Salvador. Íbamos a ver teatro, oír
música a los Colegios Mayores. Una de las visitas al Johnny, El San Juan
Evangelista, fue para ver Marat Sade de Peter Weiss, una representación
sangrienta del sufrimiento del hombre, que plantea la duda de si la verdadera
revolución se produce cambiando la sociedad o cambiándose a uno mismo. Antes de
empezar la obra, en la pantalla intentaron proyectar un documental prohibido
sobre el PCI, Partido Comunista Italiano, y en ese momento irrumpieron “los
grises” y se produjo la desbandada. Yo salí con Antonio Rodríguez Andrade, un
compañero malagueño, y con Salvador. La policía nos dejó salir, pero a los
pocos metros, en dirección al INEF, una “lechera” nos para y nos pide la
documentación. Me enteré en ese momento de que yo ya estaba fichado, siempre le
dije a Salvador que por su culpa me mandaron a hacer la mili a África, a las
Islas Chafarinas.
Pierdo su rastro
Durante un tiempo solo lo vi ocasionalmente. Él estaba
metido en la gestión, lleno de ilusión por ocupar la calle con actividades
deportivas. En su labor, en el mundo de la recreación y del ocio, conjugaba la teoría
y la práctica. Hay una frase de Isidoro de Sevilla que siempre ha estado
presente en mi vida, “la práctica sin teoría es una inutilidad. La teoría sin
práctica te convierte en arrogante”. Vivió la práctica del juego, como un niño,
estudió el ocio y la recreación como un sabio.
Sus conferencias
En los congresos que hemos coincidido siempre he asistido a
sus conferencias. Él decía que la conferencia era el espacio-tiempo
privilegiado en el que una persona asiste a su propia charla dada por alguien
que llevamos dentro. Ilustraba como nadie sus conferencias con fotografías y
viñetas. Me aficioné a coleccionar viñetas por su culpa. Cuando finalizaba
siempre me acercaba y le decía lo que me había impactado de lo que había dicho.
Y con sencillez, me dijo un día “me alegro, pero no era eso lo que quería
decir. Incorporo esa interpretación a mi mensaje.”
Salvador bordillo.
una mosca cojonera
Salvador era una mosca cojonera, una voz crítica con todo lo
que era educación física, el deporte, la gestión, la universidad y los INEFs… y
de la vida. Las Conversas (23 de abril), son un espacio de encuentro, crítico,
plural y divertido. Lo mismo ocurre con el grupo Paradoja, Os papeis do
corpo y otras iniciativas en las que estaba presente Salvador. Siempre he
pensado que si no existiera una mosca cojonera en la profesión habría que
inventarla. Escribió Moscardas, moscas y
mosquitos, un librito en el que no deja títere con cabeza y lo firmó como Salvador
Bordillo.
Tesis doctoral sin
zancos
Tuve la oportunidad de formar parte del tribunal de su tesis
doctoral. Mereció la pena estar allí, no para juzgar, que era mi papel, sino
para disfrutar. Su tesis me sirvió para conocer al estudioso del deporte. Fue
una brisa de aire fresco, no se estudiaba la biomecánica de un acto deportivo,
ni el método de enseñanza mejor para lograr mejores resultados, tampoco los
efectos psicológicos del deporte. Se estudiaba la cultura, la historia y la
política del deporte. Cuando terminé la tesis, le dije “que suerte que va a
doctorarse alguien que no se va a montar en los zancos”. He conocido muchos
estudiantes que una vez leída la tesis doctoral se suben en los zancos de la
prepotencia y la vanidad, que me hace pensar que una persona estúpida, una vez
doctorada es un doctor estúpido (en masculino y femenino).
Ensayista y estudioso
Desde un punto de vista más actual y moderno del enfoque de
la historia, la obra El deporte en Occidente, supera la Historia del Deporte de
Carl Diem. Quizá me mueva mi admiración.
Sus ensayos ¿Qué cuerpo? Son de una profundidad admirable.
En uno de ellos, por lo que escribía entre líneas, me enteré de su enfermedad.
Le llamé, no sabía como preguntarle. Me dijo que iba a morirse, hablamos, no sé
de qué, y se despidió de mí serenamente. Incluso me dejó tranquilo.
Bastiagueiro, 23 de abril de 2010.
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