martes, 1 de marzo de 2022

Eduardo Gras. Cuento de Entonces

 Gras Gordon y los Reyes Magos

 

Gras, Peire, Gallach, Torrecilla, Alberto Vicente

Solía poner alrededor de mi cuello, con un cordón de cuero, a modo de amuleto y adorno, una muela de vaca vieja con sus grandes raíces, que me daba pie a explicar a mis amigos, la sorpresa ante la doble fila de dientes que me estaba empezando a salir. Del cuerno de rebeco, que lucía a veces, prefería no entrar en detalles. Lo había encontrado en una canal cercana al Naranjo de Bulnes, restos de un animal al que se lo comieron los lobos.

La verdad es que no me gustaba que por mi indumentaria me clasificara nadie y procuraba alternar múltiples apariencias. En la residencia del INEF me conocían por Gras Gordon, porque con un esquijama azul metalizado, un calzoncillo Ocean acompañado con unas zapatillas Adidas negras de árbitro, me transformaba en un héroe de multitudes dispuestas a reírse. De vez en cuando nos disfrazábamos de Reyes Magos y subíamos a Princesa, para que la gente a la que enrollábamos por la calle nos encargaran regalos. Posiblemente Melchor, Gaspar y Baltasar hubieran tenido curiosidad por reconocerse en nuestra versión.

Nacho Gallach, Tomás Peire y yo, hicimos gran amistad en esos años y antes de que existiera Tricicle y tener que pagar por verlos, nosotros, sin más formación artística que haber nacido, con evidente ausencia de sentido del ridículo y mucho humor, quedábamos para disfrazarnos de leñadores del Canadá o de pueblerinos pasando el rato charlando entre risas, medio actuando por amor al arte en los bares y calles por las que pasábamos. A veces, si estábamos inspirados, nos podían invitar a un chato de vino o cerveza, mientras mezclábamos la risa, el llanto, alguna coreografía improvisada y un toque mágico. Eran los años del inicio de la Movida en Madrid y nadie se extrañaba de nada.



Eduardo Gras


 

 

1 comentario:

  1. Qué buenos estos recuerdos de Eduardo Gras! Desde luego un adelantado a aquellos tiempos. Recuerdo sus experiencias en el ala delta y la cabra que quisieron que Juan, nuestro cocinero, les preparara…

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