sábado, 26 de marzo de 2022

Así habló Luciano González Sarmiento

 Así habló Luciano aquel 17 de octubre de 1973

—A lo largo de la vida, el cuerpo deja de ser una unidad para quedar fragmentado en zonas con prioridad de uso y no útiles, zonas para mostrar, para esconder, para insinuar... Esta desmembración condiciona nuestra relación con el cuerpo.

Los alumnos escuchamos en silencio, ávidos por capturar un nuevo conocimiento, una nueva aventura del movimiento y la habilidad.

Entender nuestro cuerpo y entendernos a nosotros mismos, ha dicho el profesor que es el objetivo de esta asignatura que se llama Expresión Dinámica. Para conseguirlo, no solo tenemos que prestar atención a lo que hacemos o somos capaces de hacer, además debemos hacer objeto de nuestra sensibilidad a nuestro cuerpo, a todas sus partes por igual. Esta reorganización de nuestro cuerpo se debe hacer en grupo, expresándonos, ya que la conciencia de lo que somos, física y emocionalmente, se construye a partir de la experiencia vivida.

Nadie relacionaba su ingreso en el INEF, con la jerga que escuchábamos. Capacidad profunda, estructuración corporal, sensibilidad, libertad, emociones, eran palabras que no nos esperábamos en el mundo del ejercicio y el deporte. Si alguien se había parado a pensar de qué podía tratarse esta asignatura, sus conocimientos no le habían llevado más allá de la gimnasia artística o el baile. Pero de nada de esto hablaba el profesor.

Continúa, la expresividad es una capacidad profunda como la inteligencia. El efecto de la expresividad es la expresión, y por ella podemos comunicarnos y crear. Si en nuestra expresión implicamos al cuerpo y al movimiento, es evidente que es competencia de la educación física, pero su aplicación presenta características peculiares, porque tradicionalmente la educación física se ha ocupado de la fuerza, la coordinación o de la organización corporal, mientras que, el esfuerzo de expresarse se centra en facilitar la autonomía de quienes la practican, la iniciativa y una total confianza en todo lo que nos rodea. Estos son los pilares de la libertad y, si es el caso, de la creatividad.

Aquel día nadie dijo nada ni a favor ni en contra, porque ni sospechábamos de que se trataba. Algunos intuyeron propuestas que le sonaban bien, que tenían que ver con alguna preocupación personal y de ellas hablamos en corrillos.

—No entiendo nada, pero pienso que nos va a aportar mucho. Cosas de comportamientos, seguridad en uno mismo… Yo qué sé.

—No puedo decir si me interesa o no. Habla de experiencias para conocer el comportamiento de la gente, de los alumnos, de ti mismo… Es todo muy confuso.

—Soy una persona introvertida. Tal vez me resulte útil.

 

El segundo día de clase, también fue bastante peculiar. En la sala había un piano y el profesor hizo las presentaciones. La suya, del lugar y del piano. De él, solo repitió su nombre y de la sala dijo que es lo que hay. Luego nos explicó la mecánica de percusión del piano. Cómo aquellos macillos, que accionaban las teclas, golpeaban las cuerdas, vibraban, sonaban y se silenciaban al pisar un pedal. Luego se enredó con las posibilidades sonoras que escondía ese mueble, así llamó al piano. Levantó la tapa y friccionó las cuerdas, las golpeó y las recorrió como si fueran un arpa. Puso su llavero sobre el cordal y dejó que saltaran las llaves mientras tocaba. Nos hizo reír aquella osadía, la pérdida de respeto a un instrumento tan serio y distante.

Escuchábamos atónitos, sin saber a donde quería ir a parar. ¿O esto que está haciendo tiene algo que ver con el discurso del otro día sobre el cuerpo y las emociones? ¿Pero esto forma parte de la educación física?

Lo que íbamos a hacer ese día era sencillo. Interpretó una secuencia perfectamente regular de pulsaciones de la tecla de La y nos pidió que nos moviéramos en función de ese ritmo tan previsible. Dijo,

—Poneros en cualquier lugar de la sala y moveros siguiendo el pulso del piano.

Nos pusimos de pie allí donde estábamos, mirándole y esperando nuevas instrucciones.

Ya no dijo más. todavía pasó un buen rato hasta que nos fuimos alejando del profesor, y comenzó a emitir los sonidos prometidos. Era fácil caminar interpretando esa simple composición: 1,2,1,2… Y nos sentíamos gratificados, pero, inmediatamente comienza a cambiar la velocidad de las pulsaciones, el timbre, alterna velocidades rápidas y lentas, provoca silencios incómodos, y empezamos a hartarnos del desconcierto.

¿Pues no se trata de hacer bien lo que nos ha propuesto? Si ya hemos entendido la idea del principio, ¿Por qué cambiarla? El único que parece contento con la confusión es el profesor.

—Yo no soy vuestro profesor para rascaros la barriga, ni para organizar desfiles militares o gimnásticos. Yo creo un conflicto y vosotros lo resolvéis.

Bueno, habrá que estar atentos.

—Caminar no es la única respuesta posible a una pulsación rítmica. Voy a repetir la misma pulsación y debéis responder con movimiento, pero sin desplazaros.

Luciano en 2017
Nos colocamos en círculo mirándonos entre nosotros e intentamos movernos, pero algo pasa. Los movimientos no salen, los brazos no se despegan del cuerpo y ¿con qué otra parte del cuerpo se puede seguir el ritmo sin caminar?

—Mirar a los compañeros es un peligro, encontrarse con la mirada de otro provoca la desconcentración y la paralización del movimiento.

Eso es lo que decimos al profesor cuando pregunta que qué tal ha ido. Luego nos fuimos, con más dudas que sumar a las del otro día. Y así durante dos años.

 


Texto extraído de la recopilación de las anotaciones tomadas por los alumnos en la clase de Expresión Dinámica y elaborado por Luis Antolín (en proceso de publicación)


ENCUENTRO EN TOLEDO






4 comentarios:

  1. Otro día la cosa se complicó y al sonido del piano se sumó una gran cantidad de instrumentos musicales dispersos sobre el escenario del Salón de Actos, que Luciano utilizaba a su antojo y nosotros escuchábamos atónitos, intentando que su sonido y su compás nos llevara a una dimensión que se nos escapaba de las manos…

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  2. Al leer el comentario de Luís, me vienen a la memoria los despistes de los primeros días de la asignatura... Faltaría la palabra "introspección", juraría que la dijo decenas de veces. Por lo menos, a eso es a lo que yo le di más importancia, la introspección y el conocimiento del propio cuerpo...

    Gracias por estos recuerdos

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  3. (Comentario de José García Murcia enviado a mi Email)
    Es magnífico ! Y, además, se entiende todo mucho mejor. -seguro que en parte por la edad y la experiencia, pero sin duda también, por la interpretación tan buena que has hecho.
    Gracias por todas tus aportaciones.
    Ah!, el logo, fenomenal !
    Un abrazo

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  4. (comentario de Jorge Fernández Losa enviado a mi WhassApp)
    Acabo de llegar a la foto de Luciano González sarmiento y el texto que dedicas a sus clases: impactantes y llenas de un sentimiento que llevo años escrutando y queriendo trasmitir a mis alumnas esa alma de libertad que nuestras limitaciones corporales y contornos mentales a mí, personalmente, no me dieron las pautas de concreción que tu texto si me ofrece. Gracias, nadie mejor que tú me podía haber hecho revivir esa expresión sonora que ni el mismísimo Luciano plasmó en su pobra escrita, tan elogiosamente buscada por nuestro admirado Cagigal, adalid del deporte actual

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