Así habló Luciano aquel 17 de octubre de 1973
—A lo largo de la vida, el cuerpo
deja de ser una unidad para quedar fragmentado en zonas con prioridad de uso y
no útiles, zonas para mostrar, para esconder, para insinuar... Esta
desmembración condiciona nuestra relación con el cuerpo.
Los alumnos escuchamos en
silencio, ávidos por capturar un nuevo conocimiento, una nueva aventura del
movimiento y la habilidad.
Entender nuestro cuerpo y
entendernos a nosotros mismos, ha dicho el profesor que es el objetivo de esta
asignatura que se llama Expresión Dinámica. Para conseguirlo, no solo tenemos
que prestar atención a lo que hacemos o somos capaces de hacer, además debemos hacer
objeto de nuestra sensibilidad a nuestro cuerpo, a todas sus partes por igual.
Esta reorganización de nuestro cuerpo se debe hacer en grupo, expresándonos, ya
que la conciencia de lo que somos, física y emocionalmente, se construye a
partir de la experiencia vivida.
Nadie relacionaba su ingreso en el INEF, con la jerga que escuchábamos. Capacidad profunda, estructuración corporal, sensibilidad, libertad, emociones, eran palabras que no nos esperábamos en el mundo del ejercicio y el deporte. Si alguien se había parado a pensar de qué podía tratarse esta asignatura, sus conocimientos no le habían llevado más allá de la gimnasia artística o el baile. Pero de nada de esto hablaba el profesor.
Continúa, la expresividad es una
capacidad profunda como la inteligencia. El efecto de la expresividad es la
expresión, y por ella podemos comunicarnos y crear. Si en nuestra expresión
implicamos al cuerpo y al movimiento, es evidente que es competencia de la
educación física, pero su aplicación presenta características peculiares,
porque tradicionalmente la educación física se ha ocupado de la fuerza, la
coordinación o de la organización corporal, mientras que, el esfuerzo de
expresarse se centra en facilitar la autonomía de quienes la practican, la
iniciativa y una total confianza en todo lo que nos rodea. Estos son los pilares
de la libertad y, si es el caso, de la creatividad.
Aquel día nadie dijo nada
ni a favor ni en contra, porque ni sospechábamos de que se trataba. Algunos
intuyeron propuestas que le sonaban bien, que tenían que ver con alguna
preocupación personal y de ellas hablamos en corrillos.
—No entiendo nada, pero
pienso que nos va a aportar mucho. Cosas de comportamientos, seguridad en uno
mismo… Yo qué sé.
—No puedo decir si me
interesa o no. Habla de experiencias para conocer el comportamiento de la
gente, de los alumnos, de ti mismo… Es todo muy confuso.
—Soy una persona introvertida. Tal
vez me resulte útil.
El segundo día de clase, también fue bastante peculiar. En la sala había un piano y el profesor hizo las presentaciones. La suya, del lugar y del piano. De él, solo repitió su nombre y de la sala dijo que es lo que hay. Luego nos explicó la mecánica de percusión del piano. Cómo aquellos macillos, que accionaban las teclas, golpeaban las cuerdas, vibraban, sonaban y se silenciaban al pisar un pedal. Luego se enredó con las posibilidades sonoras que escondía ese mueble, así llamó al piano. Levantó la tapa y friccionó las cuerdas, las golpeó y las recorrió como si fueran un arpa. Puso su llavero sobre el cordal y dejó que saltaran las llaves mientras tocaba. Nos hizo reír aquella osadía, la pérdida de respeto a un instrumento tan serio y distante.
Escuchábamos atónitos,
sin saber a donde quería ir a parar. ¿O esto que está haciendo tiene algo que
ver con el discurso del otro día sobre el cuerpo y las emociones? ¿Pero esto
forma parte de la educación física?
Lo que íbamos a hacer ese
día era sencillo. Interpretó una secuencia perfectamente regular de pulsaciones
de la tecla de La y nos pidió que nos moviéramos en función de ese ritmo tan
previsible. Dijo,
—Poneros en cualquier
lugar de la sala y moveros siguiendo el pulso del piano.
Nos pusimos de pie allí donde estábamos,
mirándole y esperando nuevas instrucciones.
Ya no dijo más. todavía
pasó un buen rato hasta que nos fuimos alejando del profesor, y comenzó a
emitir los sonidos prometidos. Era fácil caminar interpretando esa simple
composición: 1,2,1,2… Y nos sentíamos gratificados, pero, inmediatamente
comienza a cambiar la velocidad de las pulsaciones, el timbre, alterna
velocidades rápidas y lentas, provoca silencios incómodos, y empezamos a
hartarnos del desconcierto.
¿Pues no se trata de
hacer bien lo que nos ha propuesto? Si ya hemos entendido la idea del
principio, ¿Por qué cambiarla? El único que parece contento con la confusión es
el profesor.
—Yo no soy vuestro
profesor para rascaros la barriga, ni para organizar desfiles militares o
gimnásticos. Yo creo un conflicto y vosotros lo resolvéis.
Bueno, habrá que estar
atentos.
—Caminar no es la única
respuesta posible a una pulsación rítmica. Voy a repetir la misma pulsación y
debéis responder con movimiento, pero sin desplazaros.
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Luciano en 2017 |
—Mirar a los compañeros
es un peligro, encontrarse con la mirada de otro provoca la desconcentración y
la paralización del movimiento.
Eso
es lo que decimos al profesor cuando pregunta que qué tal ha ido. Luego nos
fuimos, con más dudas que sumar a las del otro día. Y así durante dos años.
Texto extraído de la recopilación de las anotaciones tomadas por los alumnos en la clase de Expresión Dinámica y elaborado por Luis Antolín (en proceso de publicación)
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ENCUENTRO EN TOLEDO |
Otro día la cosa se complicó y al sonido del piano se sumó una gran cantidad de instrumentos musicales dispersos sobre el escenario del Salón de Actos, que Luciano utilizaba a su antojo y nosotros escuchábamos atónitos, intentando que su sonido y su compás nos llevara a una dimensión que se nos escapaba de las manos…
ResponderEliminarAl leer el comentario de Luís, me vienen a la memoria los despistes de los primeros días de la asignatura... Faltaría la palabra "introspección", juraría que la dijo decenas de veces. Por lo menos, a eso es a lo que yo le di más importancia, la introspección y el conocimiento del propio cuerpo...
ResponderEliminarGracias por estos recuerdos
(Comentario de José García Murcia enviado a mi Email)
ResponderEliminarEs magnífico ! Y, además, se entiende todo mucho mejor. -seguro que en parte por la edad y la experiencia, pero sin duda también, por la interpretación tan buena que has hecho.
Gracias por todas tus aportaciones.
Ah!, el logo, fenomenal !
Un abrazo
(comentario de Jorge Fernández Losa enviado a mi WhassApp)
ResponderEliminarAcabo de llegar a la foto de Luciano González sarmiento y el texto que dedicas a sus clases: impactantes y llenas de un sentimiento que llevo años escrutando y queriendo trasmitir a mis alumnas esa alma de libertad que nuestras limitaciones corporales y contornos mentales a mí, personalmente, no me dieron las pautas de concreción que tu texto si me ofrece. Gracias, nadie mejor que tú me podía haber hecho revivir esa expresión sonora que ni el mismísimo Luciano plasmó en su pobra escrita, tan elogiosamente buscada por nuestro admirado Cagigal, adalid del deporte actual