Cosas que aprendimos
He preguntado a algunos compañeros si recuerdan algún aprendizaje práctico que con el tiempo se haya convertido en metáfora de una actitud o un conocimiento que hayan aplicado a su vida o se haya convertido en un mantra de sus clases, como un saber valioso. Y sí, me han hablado de momentos sobre los que han reflexionado toda la vida y forman parte de sus más acendradas convicciones.
De uno de esos conocimientos yo no era consciente hasta que
no he visto la foto de Juan Granda. Me refiero al “tándem”. Es la
coordinación de una serie de acciones que hacen que el movimiento rápido, el
desplazamiento o el salto alcancen su máxima eficacia.
La foto es preciosa. Nuestro longilíneo compañero es un modelo magnífico, relajada la mandíbula, la mano, el chándal con las rayas perfectamente colocadas. La columna recta, la cabeza como prolongación de la columna, la mirada diecisiete metros adelante, la extensión de todas las articulaciones de la pierna que impulsa y el acompañamiento coordinado de los brazos, que impulsan en la misma dirección que indica la rodilla de la pierna libre. Más o menos.
Siempre fui consciente de que era una actitud eficaz cuando
quise ser rápido o saltar todo lo que pudiera. Pero, con el tiempo, cuando el rendimiento deportivo ya no era mi objetivo, siempre fue
para mí la metáfora de la necesidad de coordinar todos los elementos, las
herramientas con las que contara para conseguir un objetivo, físico, emocional
o técnico.
El tándem, de Carlos Álvarez, junto a las
posiciones de base, de los profesores de deportes, recuerdo especialmente a
Juan de Dios, son conceptos que forman parte de aquello que aprendí un día, al
tiempo que mis compañeros y que se ha quedado para siempre conmigo. Para la
educación física y para ser quien soy.
Paco Sánchez me contó como adquirió otro conocimiento que
acabó teniendo más significado en su vida cotidiana que en el rendimiento
deportivo. No sé en que circunstancia, estaba en la pista de atletismo jugando a
algo que le obligaba a correr o saltar. Carlos Álvarez era espectador de
aquellos juegos. En un momento dado se dirigió a Paco y le dijo algo así,
—Como estás corriendo ahora, despreocupadamente, de forma natural, sin
necesidad de recordar o ejecutar ninguna técnica, es como tienes que hacerlo
cuando persigas un objetivo deportivo.
En la misma línea, Luciano era testigo de un juego despreocupado
en el campo de fútbol, en el que participaban Contreras, Llaverías, Antolín e Iñaqui Ezeiza. No era
un ejercicio de clase y, libremente, nos pasábamos un balón con los pies, la
cabeza, los brazos, el culo…, lo que fuera. Jugábamos entre risas, fracasos tonterías
y resultados sorprendentes. Conocedor de la rigidez de Iñaqui en su
comportamiento físico para comunicarse, Luciano le señaló aquel momento
despreocupado y divertido como un ejemplo de una conducta desinhibida que le
vendría bien tener en cuenta en todo lo que hiciera. No sé si el tomó nota de
aquello, pero yo sí.
Hay que completar este apartado ¡Añadir vuestros aprendizajes! Puede ser muy interesante
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